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Atlántida

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Algunos historiadores han definido la antigua política anexionista de Estados Unidos como una forma injusta y arbitraria de apropiarse de tierras ajenas. Pero, ¿qué ocurriría si, rastreando la génesis del continente americano, encontramos razones que la justifican? 

Reconocidos cronistas de Indias, generalmente españoles, no fueron los primeros en describir a Atlántida, aquella parte aún misteriosa del continente americano que desapareció en épocas muy remotas. Lo hicieron los mayas mil años antes de Cristo a través del Popol Vuh, al decirnos que nuestros padres habían venido de tierras que habían sufrido una gran catástrofe y su códice Tro-Cartesiano que “aquel país se hundió con sus 64 millones de seres humanos -llamados aztlán-, ocho mil sesenta años antes de este escrito”.

Mayas, druidas, celtas, toltecas, aztecas, polinesios, sabios de la antigüedad como Solón y Platón, y la Biblia, comentaron la desaparición de una gran parte de un enorme continente situado en el Océano Atlántico, llamado también Antilia.

De ahí el nombre de Antillas, puesto por Cristóbal Colón, quien pensaba que Atlántida y América eran la misma cosa, a las tierras del mar Caribe.

Platón había descrito, hace 24 siglos, la belleza de Atlántida, sus abundantes riquezas como el oricalco, metal más valioso que el oro, sus magníficos bosques y praderas y su variedad de plantas nutritivas en cantidad suficiente. Pero, ¿todo fue perdido en un día y una noche en el fondo oceánico por un cataclismo?

Las hipótesis más modernas se basan en que sólo el oeste y casi todo el centro del continente americano fue tragado por las aguas del océano y que sus partes más altas son hoy las Antillas, archipiélago de América Central al que pertenece Cuba, Puerto Rico, Jamaica, Guadalupe, Barbados, Granada y otros países.

En 1857 el abogado demócrata James Buchanan -1791-1868- fue presidente de Estados Unidos. Su campaña electoral estuvo enmarcada en lograr la anexión a Cuba mediante su compra y en propugnar el derecho de los habitantes de cada estado a abolir la esclavitud.

James Buchanan ha sido duramente criticado por algunos historiadores cubanos de hoy, mientras que otros, más suspicaces, comprendieron los grandes problemas que se  hubiera evitado Cuba con la anexión a Estados Unidos: quince años de guerra contra los españoles, golpes de estado, rebeliones sangrientas, varias dictaduras y una revolución devenida tiranía que la mantiene en la pobreza hace medio siglo.

Es muy significativo que en el Manifiesto de Ostende, de 1854, expusiera Buchanan que Estados Unidos debía comprar a Cuba  “porque pertenecía naturalmente a ese grupo de estados de los cuales la Unión era la providencial casa de maternidad”.

Es lógico pensar que este Presidente norteamericano tuvo noticias del cataclismo de Atlántida, puesto que era un hombre culto. Siendo un poco esotérica: ¿Sería que Buchanan tenía el criterio de que los cubanos, habitantes de una tierra que habían quedado aislada, en realidad pertenecían a la Madre Tierra? Esta pudiera ser la causa más oculta de la gran atracción que sentimos los cubanos por eses país. 



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