Gladys Linares

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - María y Alexis se entusiasmaron con el filme Ágora, dirigido por Alejandro Amenabar, y protagonizado por Rachel Weisz,  nueva propuesta en los cines de estreno de la capital. No tenían claro si iban al Yara o al Alameda, así que analizaron pros y contras antes de salir. El cine Alameda no tiene aire acondicionado, pero sí cucarachas, y a veces por falta de público suspenden la función, según la experiencia de María. En cambio, tiene la ventaja de que podían ir y regresar caminando.

El Yara, por su parte, está en un lugar céntrico, L y 23, y siempre tiene público. Además, es uno de los pocos cines donde funciona el aire acondicionado. Y allá se fueron, a pesar de la distancia. Batallaron con el transporte, pero llegaron a tiempo. Se proyectaba un documental, y se sentaron en la platea alta, su lugar preferido.

Cuando los ojos se acostumbraron a la oscuridad, les llamó la atención que aquella sección estuviera vacía. No había nadie a su alrededor. Después de un rato se les acercó la acomodadora:

-Disculpen, pero no pueden estar aquí arriba. Tenemos peligro de derrumbe en esta zona. Miren –señaló hacia arriba-, hace cuatro días se cayó una torta del techo.
Quedaron fríos y mudos del susto. Agradecieron a la acomodadora y bajaron rápidamente.

Al terminar la función, María comentó:

-Es increíble que este cine, en pleno Vedado, esté en peligro de derrumbe. Así pasó con el Rex y el Duplex, no los repararon y quedaron para refugio de “indocumentados” de otras provincias. ¿Qué nos haremos los cinéfilos si los pocos cines que quedan se empiezan a derrumbar?