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Boxeo y elecciones

René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Recuerdo una antigua pelea entre boxeadores de Cuba y Estados Unidos. Nuestro compatriota apabullaba al norteño. El comentarista deportivo criollo estaba exultante. Lo más llamativo no era la victoria del antillano, que parecía inevitable, sino su carácter abrumador. Era la clásica pateadura.

Pero he aquí que, inesperadamente, el estadounidense acertó un puñetazo que anestesió al cubano. La fulminante victoria por nocao del que iba perdiendo por la clásica milla, se hizo realidad. El locutor comunista se desalmidonó velozmente, y sólo atinó a hacer una observación mezquina: “Fue un golpe de suerte”.

Pero, ¿imaginan ustedes cuál habría sido la reacción del comentarista si las cosas hubieran sucedido al revés? ¿Alguien duda del alud de patriotería, alusiones a la “invencible Revolución” y guapería barata que habría caído sobre los espectadores del combate?

He recordado este antiguo sucedido a raíz de las recientes elecciones parlamentarias venezolanas, que la propaganda comunista presenta ahora como una gran victoria del partido de Chávez, pese a no haberse acercado al objetivo anunciado de alcanzar los dos tercios de los miembros del Congreso.

Horas antes de la votación, Fidel Castro publicó unas “reflexiones” de título sugerente: “Si yo fuera venezolano”. En ellas, ratificando sus conocidas simpatías por el régimen “bolivariano”, el Número Uno de la Isla afirma que, de ostentar esa nacionalidad, él “lucharía hasta lo imposible para convertir el 26 de septiembre en una gran victoria”.

Hugo Chávez quedó encantado. En su programa televisivo “Aló, Presidente”, mencionó con arrobamiento la salida castrista. No escatimó el saludo militar, ni los epítetos obsecuentes dirigidos al antiguo Máximo Líder de La Habana.

Y aquí vale la pena recordar la vieja anécdota deportiva: ¿Se imaginan ustedes cuál habría sido la reacción del teniente coronel de Barinas si la ocurrencia la hubiera tenido el Presidente de los Estados Unidos?

Porque hay que decir que los repudios indignados de los líderes del “socialismo del siglo XXI” ante el menor atisbo de injerencia extranjera sólo se producen cuando la supuesta intromisión favorece a sus opositores, o si proviene de países que les resultan antipáticos.

En esto, los dirigentes de la izquierda carnívora aplican el refrán: Haz lo que digo y no lo que hago. Por ejemplo, el propio Hugo Chávez, que se muestra tan sensible ante la menor crítica foránea a su régimen autoritario, corrupto e ineficiente, ha calificado de “infamia” las medidas adoptadas contra la senadora colombiana Piedad Córdoba.

Por supuesto, no hubo reacciones de ese tipo cuando los cuestionados eran los políticos que tenían relaciones con las derechistas fuerzas de autodefensa, pero la parlamentaria de izquierdas sí merece la airada intervención del presidente venezolano, pese a sus evidentes vínculos con la narco-guerrilla de las FARC.

De todos modos, debemos sentirnos optimistas porque este grupo terrorista anda ahora de capa caída, tras el aniquilamiento del “Mono Jojoy” y sus seguidores. Me atrevo a augurar que, ante los golpes demoledores que han sufrido bajo Uribe primero y Santos ahora, los subversivos que secuestran, asesinan y trafican con cocaína en nombre del marxismo-leninismo se mostrarán muchísimo más proclives a deponer las armas.




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