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Escapados

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Lo vivido hace unos días por los pasajeros de la ruta 69 que cubre el trayecto Lawton-Paradero de Playa, es cosa de película. Hacía más de dos horas que no pasaba la guagua y  las paradas estaban repletas. De pronto,  en el paradero de Lawton, aparecieron  dos 69 que se llenaron  rápidamente y regresaron al paradero de Playa.

La 69 que llegó primero a la parada  de Dolores  tomó todo el pasaje, entonces la de atrás se lanzó en una escapada para recoger a los pasajeros de la próxima parada, y así  fueron disputándose el pasaje durante todo el camino. Una se desvió de la ruta  acortando por una calle lateral hasta  salir a Santa Catalina. La otra se adelantó en la calzada 10 de octubre,  arriesgándose entre el tráfico de esa hora del mediodía. Pero se le atravesó en medio de la calle, mientras se llevaba a los pasajeros de la parada de Juan Delgado

Los choferes, al mismo tiempo, se llevaron la luz roja en la avenida de Rancho Boyeros, asustando a los turistas que viajaban en taxis del aeropuerto a los hoteles de la ciudad. Los choferes aceleraron al máximo, mientras los gritos de las mujeres en las curvas y durante los frenazos subieron de tono cuando se incorporaron peligrosamente a la calle 23 donde, para suerte de todos, en el semáforo brillaba la luz verde.

Algunas personas rogaban para llegar vivos a sus destinos. Un bromista los apaciguaba diciendo que todo estaba bien y no había problemas, porque en los accidentes de ómnibus siempre quedan supervivientes, no como en  los aviones donde no se salva ni el más pinto de la paloma. El bromista pidió que consideraran las maniobras del conductor como una especie de  parque de diversiones rodante, y agregó que si pasaban el puente Almendares sanos y salvos, ya no correrían peligro porque, además, los ómnibus eran chinos. Y repitió que todo estaba bien.

-Oye, chico, pero los choferes son cubanos -dijo un viejo que viajaba de pie en el pasillo, y se sujetaba fuertemente a un asiento.

La cercanía del puente Almendares asustó a los pasajeros, que  abrían  las ventanillas preparándose para el  salto. Uno colocó la jaba de papas que cargaba sobre el marco de la ventana, para salvarla primero que a él en el caso de que se precipitaran al río. Cuando terminaron de cruzar el puente respiraron con alivio, mientras los autos se apartaban de la vía para que los choferes continuaran la enloquecida competencia.  

Cuando llegaron al paradero de Playa se saludaron a bocinazo limpio. Sonreían como si hubieran implantado un récord de velocidad, aunque en realidad estaban luchando por incrementar sus ganancias, porque ya fin de año está cerca.  





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