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¿Intercambio cultural?

Augusto César San Martin

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Aplaudo el intercambio cultural  y  académico que se promueve entre Cuba y EUA en los  últimos tiempos. Debería ser como un tsunami que desafiara nuestras costas y abriera el espacio imparcial que necesitamos. Aunque escasas, disfrutamos las presentaciones que llegan a la isla con la intención de construir un puente cultural entre los  dos países.

El American Ballet Theatre se presentó en Cuba. Se reivindica al primer bailarín José Manuel  Carreño, y Alicia Alonso aboga por el entendimiento entre los  pueblos. Los cubanos residentes en Florida se recrean con las presentaciones de los  músicos del patio, declarados o no fidelistas. Desde Silvio Rodríguez hasta Los Aldeanos, que dicen llevar su música a los  cubanos que viven en Miami, no al exilio (al  final, ¿no es lo mismo?). Otros artistas defienden con sus canciones al gobierno cubano en las tribunas políticas, y al mismo tiempo cantan a  quienes no soportaron vivir en Cuba sin esperanzas.

Traficamos programas televisivos protagonizados por los  llamados desertores, donde  aparecen actores residentes en Cuba que no son censurados por el Ministerio de Cultura. 

Se enriquecen los espacios que gana la  cultura  cubana en  USA, a  diferencia de la débil apertura que se ofrece en las plazas o  espacios de televisión de la  isla, lo que debilita el  propósito. El  ballet  y el jazz  representan “lo culto”, lo cual  deja el ámbito de “lo  popular” sin cobertura.

Más que intercambio, las  autoridades cubanas aplican la ley del embudo. ¿Por qué, si en Estados Unidos, incluyendo Miami, se presentan artistas cubanos de marcada filiación fidelista, los cubanos no  podemos disfrutar de los  cantantes que desentonan con  la política del gobierno de Cuba?

Las  relaciones  culturales aportan al desarrollo social de los  pueblos y articulan el buen funcionamiento de  los vínculos sólo cuando son recíprocas. No es posible  terminar con medio siglo de hostilidad, si se antepone la ideología, ni siquiera es honesto.

El gobierno cubano envía, pero no recibe a todos los cantantes. Imaginemos a los  funcionarios del Ministerio  de Cultura pidiéndole a Ricardo Arjona que no incluya la canción Puente en su repertorio.

Me  gustaría escribir sobre el tema sin palabras que identifiquen doctrinas. Sería  grandioso si sólo se escuchara la música, no  su filiación política. Pero las dictaduras no abren sus  puertas sin antes observar por la mirilla. Como  temen a la palabra, se petrifican  ante cualquier intercambio que borre fronteras e ignore la censura.

A Cuba no llegan los artistas cubanos residentes en Estados Unidos porque no son considerados parte de nuestra cultura, sino “desertores”. En este sentido, se empaña la trasparencia del intercambio, y no con la  protesta de algunos sectores minoritarios de Miami porque el cantante Cándido Fabré le cante apologéticamente a Fidel Castro en Cuba, y luego improvise en la calle 8.

Para  levantar  las fronteras entre cubanos de “allá” y  de “acá”, debemos  exigir que se borren las  huellas de la intolerancia. Si es verdadero el interés de  las  autoridades en construir un puente  cultural, debe incluir a toda la cultura.  

Llenar el  vacío  que  deja en Cuba el desigual  “intercambio” será el único  modo de demostrar las buenas intenciones del régimen, que insiste en mantener las puertas cerradas a cal y canto.

sanmartinalbistur@yahoo.com





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