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El delegado sueña con girasoles

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Como los cubanos somos optimistas, un rasgo característico de nuestra idiosincracia, ocurre que cualquier delegado, esos cubanos que fueron elegidos por una gran parte de la población para que nos represente ante el gobierno, es capaz de soñar con girasoles.

No importa que la producción agrícola del país esté estancada desde que los barbudos bajaron de las lomas, hace medio siglo. Soñar no cuesta nada.

Hace unos días, en el reparto El Roble, del poblado costero de Santa Fe, situado al este de La Habana, el joven delegado convocó a los vecinos y se reunieron precisamente a un costado de un solar yermo de tres mil metros cuadrados, considerado como tierra ociosa desde hace no sé cuantos años. Pidió a quienes lo rodeaban que aportaran ideas para que el terreno, situado en las calles 17 y 306 no continuara siendo un campo abandonado, cubierto de malas hierbas, basura y animales muertos.

Algunos propusieron cultivarlo y hacerlo productivo para la alimentación familiar. Otros lo imaginaron convertido en un parque de diversiones infantiles. El más práctico tal vez, habló de limpiarlo cada cierto tiempo y que sirviera como terreno para jugar pelota.

Pero la idea del delegado fue la que cuajó: serviría para sembrar girasoles. Muchos, muchos girasoles que alegren el barrio.

Los presentes en la reunión votaron por la propuesta del joven delegado y los vecinos del reparto El Roble están en espera de ver crecer los girasoles, aunque no se hayan sembrado todavía.

A los pocos días, un grupo de hombres y mujeres limpió el terreno y comenzaron a preparar la tierra para que los girasoles crezcan bellos y vigorosos.

Yo me pregunté si en el fondo el propósito no sería lograr aceite vegetal natural de esa rica flor, un aceite libre de colesterol que escasea en Cuba. Pero no, la producción de aceite requiere de ciertos equipos para extraerlo, precisamente equipos que no tienen ni los pequeños agricultores a nivel local.

Resulta interesante recordar que el Instituto de Investigaciones Hortícolas de la Habana obtuvo un premio en el IX Fórum de Ciencia y Técnica por el procesamiento de semillas de girasol mediante una tecnología de fácil fabricación y jamás el gobierno la aplicó.

Los mismos campesinos cubanos alegan que si contaran con un equipo para extraer el aceite del girasol, podrían reportar grandes beneficios a la economía del país. 

Pero está por ver si se cumple el sueño del joven delegado de ver girasoles danzando con el viento. Los días pasan, la hierba mala del terreno de El Roble ha crecido como siempre y no habrá pintor cubano que pueda deslumbrarse, como le ocurrió muchas veces a Víncent Van Gogh, ante maravillosos campos de girasoles.





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