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Sin sosiego ni suerte

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Vivir entre la inmundicia es para Arnoldo Suárez y su familia una realidad que no pueden controlar.

Si la pulcritud ambiental es sólo un viejo recuerdo para estos inquilinos de la planta baja del edificio de Infanta 902, en el municipio Centro Habana, la esperanza de encontrar alguna solución a su problema es tan efímera como una burbuja de jabón. Son más de 10 años enfrentando el mal olor de las aguas albañales de los apartamentos del inmueble. En el patio de Suárez culmina el recorrido de los desechos humanos.

Todo a causa de las tupiciones ocasionadas por el mal estado de las tuberías sanitarias. Según la queja aparecida en el semanario Trabajadores, a la edificación, construida en 1913, nunca se le han cambiado las referidas instalaciones. Hasta la fecha, las peticiones y quejas formuladas a los organismos correspondientes, se han perdido. El hecho de que entre los afectados haya menores de edad y un anciano, no ha tocado la conciencia de los burócratas encargados de solucionar el problema.

Las nuevas secciones abiertas en los principales periódicos para que los ciudadanos denuncien los problemas que enfrentan, sólo sirven para que los afectados hagan catarsis. Disponer de un espacio para denunciar estos asuntos, lejos de abreviar el camino hacia una solución, se convierte en fachada de un rejuego para aparentar cierta voluntad de enmendar entuertos. Al drama de la familia Suárez, publicado en las páginas de Trabajadores, se pueden añadir otros muchos, en los que  el acoso de las aguas albañales es una característica de larga data.

“Clausuré la tubería del baño por las tupiciones. Hace tiempo arranqué el inodoro y lo vendí. Desde entonces hago mis necesidades sobre un periódico. Algunas veces lo lanzo para el solar yermo de al lado, pero casi siempre deposito el paquete en el tanque de la basura que está en la esquina”, señala Ernesto Ávila, inquilino de una destartalada edificación de la calle Lagunas, en el mismo municipio.

No hay que ir la periferia de la capital para enterarse de estos casos que rozan la ficción. En el centro y sus alrededores proliferan estas sorprendentes escenas. En los centenares de  cuarterías y edificios construidos en las primeras décadas del siglo XX, son innumerables las familias que sobreviven entre el sobresalto, la desesperanza y la mierda.

Derrumbes, falta de agua potable, tupiciones y flujo de aguas inmundas, son detalles cotidianos en la geografía de nuestro desastre.

oliverajorge75@yahoo.com





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