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A través de la danza

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Por primera vez en 51 años, Estados Unidos ocupó la televisión en vivo en Cuba a través de la  danza, la música y la profunda amistad, al transmitir la actuación del American Ballet Theatre (ABT) en el Teatro Karl Marx el 3 de noviembre. Ahora regresaba después de su presentación en 1960, una ausencia de 50 años.

Fue un acontecimiento único para el pueblo cubano, sometido permanentemente a la propaganda de confrontación a través de los discursos de los dirigentes, los medios, el programa Mesa Redonda de TV, las escuelas, los  afiches y vallas por todas partes; una verdadera atmosfera de hostilidad, movilizaciones militares, supuesto peligro de invasión yanqui, y el embargo, que ha servido para justificar la errática conducción económica y la represión.

En esta oportunidad, gracias a voluntades inteligentes decididas a reencontrar al pueblo cubano y al  norteamericano, distanciados artificialmente durante décadas, las emociones trascendieron de los artistas al público, ansioso por disfrutar y cultivarse con las actuaciones de los formidables bailarines del ABT y el New York City Ballet. El gran pretexto fue el XXII Festival Internacional de Ballet de La Habana y, sobre todo, homenajear a Alicia Alonso en su cumpleaños 90.  La extraordinaria Giselle comenzó su carrera profesional en aquella ciudad, desde Broadway hasta el ABT, y como dice la canción “si lo logras allí, lo puedes lograr en cualquier parte, New York, New York”.

De forma inusual en Cuba, el 3 de noviembre no fue un dirigente cubano quien presentó el espectáculo, sino el conmovido y entusiasta norteamericano Kevin McKenzie, director artístico del ABT, con la traducción del cubano José Manuel Carreño, primer bailarín de la compañía desde 1995.  McKenzie había bailado en Cuba en un festival  25 años atrás, coincidiendo con ese joven de 15 años en quien apreció gran talento y a quien llevó a la Gran Manzana. Ahora también estaría la cubana Xiomara Reyes, incorporada desde 2001 y promovida a primera bailarina en 2003. 

Las formidables actuaciones del ABT culminaron con un homenaje a Alicia Alonso en el gran escenario, aplaudidos por 5 mil espectadores, compuesto por personalidades de la cultura, niños y jóvenes estudiantes de ballet, y público amante de la gran danza, convencido de que estaba viviendo un verdadero momento histórico, por lo que hizo largas colas para adquirir las entradas. 

Igualmente, el 4 de noviembre, colmado el teatro, se disfrutó de unas coreografías que brindaron la oportunidad de apreciar la maestría de la escuela norteamericana de ballet, y el espíritu de su pueblo, particularmente en el clásico Fancy Free, de Jerome Robbins, con música de Leonard Bernstein, con la excelencia de Carreño y sus 5 acompañantes. Además, en la gala de clausura del Festival, en el teatro García Lorca, el 7 de noviembre, el cubano interpretó Sinatra Suite.

Por su parte, el New York City Ballet impregnó con su magnífica técnica a los asistentes al teatro Mella de la personalidad emprendedora de los norteamericanos que contagian las obras de George Balanchine y la música de George Gershwin, entre otros. Sobresalió la coreografía de Stars and Stripes, las barras y estrellas de la bandera nacional, y los personajes vestidos a la usanza de los desfiles del 4 de julio, fiesta nacional de Estados Unidos. 

Desde el 27 de abril de 2006, mediante ley del Congreso, el American Ballet Theatre se convirtió en la Compañía Nacional de Ballet de los Estados Unidos. Su presidenta honoraria emérita es Jacqueline Onassis, su presidenta honoraria Caroline Kennedy, y su directora ejecutiva Rachel S. Moore.  Estuvo acompañado por la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, conducida por Ormsby Wilkins, director musical del ABT, y la magnífica interpretación de la pianista solista Pura Ortiz. El notable esfuerzo de los miembros y mentores de ambas compañías por restaurar el puente de confraternidad entre nuestros pueblos, pudo fructificar gracias al  sentido común de la Administración Obama para propiciarlo. 

El 5 de noviembre se conoció la buena noticia de que los integrantes de la famosa Orquesta Filarmónica de Nueva York recibieron permiso del Departamento del Tesoro para viajar a Cuba.  Lamentablemente, su no otorgamiento impidió las actuaciones en La Habana a comienzos del año.   Será un acontecimiento muy valioso para todos.

La ampliación del acervo cultural de los cubanos, y la huella indeleble que han dejado los artistas de Estados Unidos, deberían convencer a quienes en ambos lados del Estrecho de Florida se aferran a impedir los contactos naturales, que benefician grandemente a quienes afrontan grandes penurias y viven en estrechos marcos dentro de nuestro archipiélago. 




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