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La semblanza de los Idiotas

Odelín Alfonso Torna (PD)

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Sépase que por acá, en Cuba, tenemos tinto en sangre y sin derecho a suturas, ese capítulo de la Revolución Energética que proponía “cambiar” electrodomésticos de alto consumo por nuevos y sofisticados ahorradores de fabricación china.

Esperaba que este otro desajuste de Fidel Castro, aquello de que cocinar el arroz y los frijoles en el menor tiempo posible y con un mínimo de consumo eléctrico, al tiempo que un gulag para obsoletos ventiladores, lavadoras y refrigeradores americanos y rusos desataba la corrupción estatal a gran escala, tuviera el final que muchos diagnosticaron.

Sabíamos que estas reliquias de familia no eran tasación alguna para el gobierno. Terminaban (también creímos eso) convertidos en chatarra para amortiguar los gastos del Estado. Así y todo, las cambiamos.

No escatimamos en destinar nuestra cuota de café y pan para los trabajadores sociales, jóvenes de baja catadura moral, desvinculados del trabajo y el estudio, pero eso sí, “revolucionarios” de pura raza. Este ejército comandado por Fidel Castro, ejecutaba el censo y la repartición de los nuevos equipos, además de habilitar créditos pagaderos con descuentos salariales o sobre las chequeras de los jubilados.

La historia no tengo que repetirla. La Revolución Energética, como otros tantos proyectos, es más envoltura que regalo. Nos creímos el cuento y ya ves: se “agotaron” las piezas de repuestos para los electrodomésticos chinos, miles de familias pagan lo que ni siquiera usan, el gobierno dice que se le debe más de 100 millones de pesos y el padrino Fidel le retiró las prebendas a sus ahijados (los trabajadores sociales).     

No exagero cuando les digo que la llamada Revolución Energética está al pasar la página de una vez y por todas. Sólo los invito a darse una vuelta por los almacenes de Comercio Interior, ubicados en las cercanías de Vía Blanca y Agua Dulce, en el municipio Diez de octubre. Ahí verán cómo se destruyen y queman miles de dólares gastados por el gobierno en electrodomésticos de cocina, adquiridos en la República Popular China.

El embullo ciudadano duró lo mismo que las resistencias eléctricas de polvo de porcelana china. Nada. El crédito fue tal y entiendo por qué “simbólico”, según Fidel Castro, hoy que veo a los jubilados ir al banco sólo a firmar la chequera. Ahí se queda todo el dinero, en las deudas.

¿Y los televisores y refrigeradores con “tecnología de punta” que el gobierno entregaba a pagar a plazos?  ¿No son los mismos que puso a la venta la administración de Raúl Castro en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD)?

¿Qué dirían hoy las mujeres que en aquel congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), celebrado en el año 2005, reían cuando el desajustado Fidel Castro les mostraba las cocinas y los calentadores eléctricos artesanales, hechos a base de alambre de micrón; o aquel ventilador dotado con un motor de lavadora soviética que te embestía por las vibraciones?

Lo peor no es que al desajustado Fidel Castro se le haya ocurrido tamaña locura en la bañera, empujando con el dedo índice un barquito de papel, sino que por enésima ocasión, esta vez con el cuento de “humanizar” la vida en el hogar, marcamos un nuevo score en las idioteces.      

Ahora resulta que pequeños burgueses -debemos creérnoslo también- consumen el 14% de la electricidad que el país asigna al sector residencial. Supone que, de sobrepasar los 300 kilo watts/hora de consumo por núcleo familiar, se trate de un asunto de “seguridad nacional”.

Cuba es el único país en el mundo que se sostiene con gente que simula trabajar. Si en estos meses más de medio millón de desempleados declarados y otro tanto en remojo, ya se ven de patitas en la calle, en lo adelante se irán al paro los más de 700 grupos electrógenos diseminados en todo el país, y con ello, alrededor de 500 mega watts/hora adicionales de generación a base de fuel oil.   

Otra excusa dará la Unión Eléctrica de Cuba, como la ofrecida el pasado 28 de octubre a raíz de los nuevos impuestos en la tarifa eléctrica. Quizá Fidel Castro salga de la bañera con otra idea plausible: la cocción de alimentos a partir del uranio empobrecido, el gas metano, el carbón de marabú o la energía eólica.

¡No se preocupe comandante, le vamos a creer!

odelinalfonso@yahoo.com





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