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Los figurantes

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Dicen que dijeron que alguien dijo que Yadira García (ex ministra de Industria Básica), mujer de pelo en pecho, excepcionalmente posesionada en la cúpula de los machos caciques, tiró su carné del partido comunista sobre la mesa durante una reunión, mientras afirmaba que prefería ir a trabajar de empleada común en una tienda, antes que aceptar la propuesta del cónclave.  

De ser vedad, debe haber sucedido hace ya varias semanas. Las bolas sobre ocurrencias en la cima del cacicazgo, como los meteoritos, pueden demorar en su descenso. E igual que los meteoritos, muy rara vez caen enteras.

De modo que tal vez no lleguemos a conocer nunca por qué esa señora prefiere abandonar la corte para ir a trabajar en una tienda, algo que al parecer considera inadecuado o humillante para su clase. Pero lo que puede haber quedado sin lugar para dudas es que su cuarto de hora ya acabó.

Probablemente ahora pase, como tantos otros, a engrosar la comparsa de los figurantes, los que continúan siendo aunque no estén, o están sólo para compartir el cake como espectadores, guardando recogimiento y cómodo silencio.  

Momias del comunismo ortodoxo, trotskistas de sinuoso verbo, fidelistas robóticos inoculados con el tósigo del poder, y guerreros de la vieja guardia que creen tener y tienen el uno vitalicio en la cola para la repartición, alinean hoy en esa misma comparsa, cociéndose juntos pero no revueltos en la olla que aquí llaman cambios para perfeccionar el socialismo.  

Se mastican pero no se tragan los unos a los otros. Ni siquiera lo disimulan suficientemente como para que la gente de a pie no se percate de sus discrepancias, sobre todo mediante lo que dicen, o en lo que callan, aun cuando a la hora de actuar sigan cumpliendo su férrea disciplina de secta.

Saben que está en juego la parcela, así que en la conservación de esa actitud sectaria radica su única alternativa, al menos de momento. Además, todavía es pronto para que hayan perdido la disciplina pretoriana. 

¿Qué pasaría si más tarde, no sé cuándo, a las santas horas, los figurantes, cuyo número aumenta sin cesar en estos tiempos, llegasen a constituir una fuerza capaz de sublevarse contra quienes los apartaron de su papel protagónico?

Es lo único que nos falta: sufrir el huéleme la colcha de malos contra peores, y nosotros en el medio, recibiendo sopapos desde una y otra esquina. 

En cualquier caso, al margen de lo que ocurra mañana, hay un punto en el que aún hoy coinciden los dos bandos a cien por cien: mientras estén juntos (aunque no revueltos), no quedará abierta la mínima fisura para la oposición.

Y eso es bueno, por malo que parezca a simple vista. La complicidad que hoy los salva, alguna vez hundirá juntos a figurantes y actores principales. A Dios gracias. 

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