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El consejo de Pulitzer

Miguel Iturria Savón   

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - En octubre, cuando la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura al escritor peruano Mario Vargas Llosa, autor de La ciudad y los perros, Conversación en la Catedral y La fiesta del Chivo, la prensa cubana minimizó los aportes del gran novelista y sobrecargó el tintero con difamaciones extraliterarias, lo cual se debe a las críticas del autor al castrismo, cuyos voceros rompen lanzas contra quienes desacralizan a nuestra dictadura.

Hace tiempo, sin embargo, que el reportero norteamericano Joseph Pulitzer planteó que “el periodismo verdadero se asegura de no parcializarse jamás, pase lo que pase”; consejo desestimado en Cuba y en otros lugares del planeta, aunque en esta isla del Caribe la parcialidad es norma y la censura es ley, pues los medios de comunicación están en manos del gobierno y parten de simplificaciones ideológicas, idealizaciones de los aliados y demonizaciones de enemigos.   

Para Pulitzer , “La prensa libre debe abogar siempre por el progreso y las reformas. Nunca tolerar la injusticia ni la corrupción. Luchar contra los demagogos de todos los signos. No pertenecer a ningún partido. Oponerse a los privilegios y al pillaje público. Ofrecer su simpatía a los pobres y mantenerse siempre devota al bien”.

Advertía, además, que el periodismo ha de ser ético y profesional y ofrecer las dos caras de la moneda, o sea, la versión de cada bando en conflicto, mostrada siempre en partes iguales. “Si no lo hace, entonces no es periodismo: es solo basura, y de la peor clase, es decir, la típica basura que se vende a si misma a cualquier otro interés político o económico distintivo de la verdad real de las cosas”.

En Cuba estamos lejos de aplicar tales definiciones, aunque sabemos que en otras latitudes el consejo de Pulitzer es incluido en los códigos de ética de periódicos, revistas, páginas digitales y emisoras de radio y televisión. Los montajes y las verdades a medias cuestan caros pues los medios de comunicación parten de las fuentes noticiosas, pero invierten la pirámide y exponen las voces de la gente sin agenda, lo cual ofrece los ángulos del problema y oxigena la atmósfera.

Es muy escasa la credibilidad de la prensa. Su diseño parte del departamento ideológico del partido único y de los intereses ministeriales, de manera que la percepción no se aproxima a la realidad, sino a la imágenes de esta, incluidos el arte, la literatura y las nociones socio históricas del país.

Cuando Pedro de la Hoz, articulista cultural del diario Granma, arremetía contra Mario Vargas Llosa, no hacía más que demostrar la impunidad y la autocensura de los servidores de un régimen que desprecia la ética, la veracidad y se opone a cualquier apreciación critica, aunque se trate de un escritor reconocido con galardones como Príncipe de Asturias de las Letras (1986), Cervantes (1994) y Nobel de Literatura del 2010.  





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