Moisés Leonardo Rodríguez

LA HABANA

, Cuba, diciembre (www.cubganet.org ) - A pesar del poco tiempo transcurrido desde que el gobierno autorizara a los cubanos a tener teléfonos  celulares, el número de personas que los tiene ha crecido rápidamente, sobre todo en Ciudad de la Habana. La fiebre del celular en Cuba raya en la obsesión. Sus dueños los exhiben con el mismo orgullo que una cadena oro o un auto nuevo. Más que medios de comunicación, los celulares han devenido símbolos de estatus social.

Como todo es relativo, para los jóvenes cubanos los celulares son como los autos para los jóvenes en otros países: poderosos instrumentos de “ligue”. Entre los rejuegos del flirteo, está de moda entre los muchachos deslumbrar a las chicas mostrándoles las funciones que es capaz de cumplir el aparatico, aun cuando el limitado servicio ofrecido en la isla impida realizar casi ninguna de ellas. Mientras más cositas haga el aparatico, mayores serán las posibilidades de que la chica sucumba ante los encantos de su poseedor.

Abundan los que fingen hablar largo rato con un interlocutor inexistente, en algunos casos sin siquiera tener conexión. Otros veneran al artefacto por ser el único medio para comunicarse vínculos con familiares y amigos que viven en “la Yuma”. En este sentido los celulares han contribuido a conectarnos con el mundo y limitar la censura.

El problema real viene cuando hay que pagar para recargarlos con minutos, o peor aún, cuando se bloquean o se rompen, porque el precio del servicio es astronómico para el bolsillo de los cubanos. Pero, los cubanos somos afortunados y, para eso, la mayoría tiene a algún pariente en Miami, para que compre más minutos con su tarjeta de crédito o envíe un nuevo celular.

Los teléfonos públicos comienzan a extinguirse, apenas se utilizan, y la pasión por el celular aumenta, en muchos casos desmedidamente. Hay pasiones que matan.

Corrientemartiana2004@yahoo.com