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Desempleo en tiempos de cólera

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Es probable que en este minuto los desempleados, ya sea por el cierre de una fábrica, una entidad portuaria, un comedor escolar u obrero, comiencen a idear su propio sustento al margen del Estado. Por ende muchos -diría que la mayoría de los despedidos sin salario- esquivarán el llamado “reordenamiento laboral”, variante que ofrece subempleos no vinculados a sus categorías. 

Si estuviera en el lugar de un obrero que pierde su puesto de trabajo y espera ser reubicado, seguramente recibiría charlas de concientización, de atender con urgencia la coyuntura actual y de ser consecuente con la necesidad de eliminar los subsidios innecesarios. Será más de lo mismo: fundir cimientos sobre un lodazal de promesas, de estímulos en pollo congelado, de descuentos salariales para la “obra sindical de la revolución”, y de perfeccionamiento empresarial hacia arriba. ¿Qué será del pluriempleo y de los egresados de las escuelas técnicas y superiores en Cuba?  

El gobierno sabe que no tardará mucho en optimizarse el mercado negro, y por consiguiente, tendrá que eliminar la peligrosidad pre delictiva (revendedores e intermediarios) en centros de reeducación penitenciaria. Por ello, ante la seriedad de lo que viene, aparecerá paulatinamente un nuevo esquema de privatización cooperativista en la producción y los servicios, reguladas por el Estado. 

Diversos son los espacios de opinión en este sentido y las tendencias a querer, sobre la crisis sistémica, privatizar o centralizar aún más la economía. De algo se olvidaron: si estamos o no preparados para ser accionistas en barberías, cafeterías o pequeñas industrias locales, antes mal administradas por el Estado. Cualquiera que sea el modelo del cambio, es tarde para las privatizaciones, al menos mientras exista la dictadura del proletariado. 

En una de las cartas enviadas a la dirección del periódico Granma, publicada en la edición ampliada del pasado viernes 14 de mayo, el remitente J. Martínez Montes señala: “Seguramente darían un respiro a las limitaciones y carencias que hoy padecemos, ya que no es posible que el Estado siga siendo el gran mantenedor de toda esta infraestructura, sencillamente es imposible”. 

¿Acaso nos libraremos de ciertos vicios como la malversación y los robos autorizados? ¿Quién garantiza que no existan trucos en los mecanismos tributarios? Según Martínez Montes, sobre esta posible práctica tenemos un referente en “China, Vietnam y otros países donde el Estado pone coto al tema impuestos, y provee de materias primas e insumos necesarios que garanticen el normal desenvolvimiento de este sector emergente de la economía”. 

Las opiniones, a veces encontradas, olvidan determinados intereses y prioridades, propias de los regímenes totalitarios. El Estado no podría aspirar a ser consecuente y estable en el surtido de insumos y materias primas hacia el sector privado, aún cuando exista rentabilidad en ambas direcciones. Los escasos recursos y la disponibilidad de divisas en función de las importaciones, tienen como destino principal las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, salud, educación, turismo, biotecnología, propaganda política y proyectos de colaboración mutua con los países del ALBA. 

¿Qué quedará para las pequeñas empresas? 

No recuerdo haber visto a principio de los años noventa del pasado siglo, época en que el gobierno cubano cedió a la apertura de la actividad privada, que el gobierno suministrara  materias primas e insumos a los cuentapropistas. Sin embargo, de los almacenes del Estado provenía toda la materia prima con que éstos operaban. Aún así, dispongamos o no del proveedor Estado, no creo que esto aliviaría el desvío de materias primas asequibles y baratas por la izquierda,  

Se dice que para el próximo año, cerca de un millón de trabajadores  –contratados o fijos- quedarán fuera de sus puestos. Tendremos desempleo y corrupción en tiempos de cólera.


 




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