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Los asustadores 

Juan Carlos Linares Balmaseda 

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - La prisión Agüica tiene un carcelero de apellido Reina, al que hay que llamar “reeducador”. Es de piel blanca y aspecto campesino. Se cuenta que posee una personalidad más cercana al individuo perverso que al institutor de hombres. Reina ofende, humilla y maltrata con frases de presidiario depravado.       
        
Agüica está situada en un valle, al este de Matanzas. La mayoría de los abusos y arbitrariedades cometidas por los jefes y reeducadores quedan dentro de aquellas alambradas. Allí cumple una condena de 10 años el vice-presidente del Partido Neocatólico, Augusto Guerra, de 46 años, quien lleva la doctrina de su organización a los reclusos que conviven con él. Por eso, durante las visitas de los amigos, lo requisan y le sientan al lado a un agente de la policía política para que escuche. Reina odia a Augusto. 

Para los neocatólicos, su doctrina comienza con los Diez Mandamientos y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Católico y universal para ellos es lo mismo. La Patria es el mundo. Sienten la necesidad de un gobierno universal, menos propenso al nacionalismo y las fronteras que limitan el flujo entre los pueblos. Todas las personas merecen vivir en democracia, aunque proponen que mientras la patria chica, Cuba, no sea democrática, sus miembros no abandonen el país.  

El Partido Neocatólico apoya las actividades cívicas de otras organizaciones opositoras como Juventud Activa Cuba Unida (JACU). La casa de su presidente, Lilvio Fernández, fue registrada por la policía el pasado viernes. Le confiscaron una laptop y una PC, dos cámaras (una de video y otra de fotografía), material de oficina y bibliografía. Los uniformados realizaron su operación sin orden de registro ni acta de decomiso y andaban sin placas de identificación. Luego se llevaron a Lilvio para Villa Maristas, el cuartel general de Seguridad del Estado y fue liberado en la mañana del día siguiente.  

El mismo día 14 citaron a la unidad de la policía de la calle Aguilera, en el municipio Diez de Octubre, a Damián Sánchez, del Buró de Información de JACU, a Reynier Vera, otro activista, y al presidente del Partido Neocatólico, Gerardo Lazcano, con el propósito de  interrogarlos. La confiscación en casa de Lilvio Fernández responde, según la policía, a que los equipos fueron financiados por el “enemigo imperialista”.

La impunidad no tiene límites en Cubita la bella.



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