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¿Sabía usted?

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - En la televisión cubana falta muy poco para ilustrar con las carabelas de Colón un reportaje sobre el arribo a puerto habanero de un trasatlántico con bandera hindú. Sus archivos “revolucionarios” y la perspicacia para eludir cualquier acontecimiento o tema engorroso para las autoridades del país, la sitúan a la vanguardia de la manipulación.

En la televisión cubana se retransmiten desde la entrada de los rebeldes a La Habana el 8 de enero del 1959, hasta el corre corre que se formó en Kosovo y las golpizas a los manifestantes de Seattle y Copenhague. Tampoco faltan los viajes espaciales de los cosmonautas de la era soviética, ni las imágenes de médicos trasladados de los hospitales de Centro Habana a las faldas de una montaña en Katmandú. Además, los educadores cubanos que andan por las heladas estribaciones del altiplano en Bolivia, hasta los afluentes del salto de Bollo Manso, en el Cuzco, no pueden faltar en la programación.

Con la cartilla Yo si puedo en las manos, son filmados a los pies de un indígena agradecido por que aprendió a escribir: H-E-V-O, o “grasias, riboluzion”. Nada escapa a la pericia de los reporteros, que no pueden ver solamente el derrumbe de un solar, el descuartizamiento de un gallo en un estadio de béisbol, o los interiores de la casa de un magnate comunista que está al frente de una campaña de ahorro en el país.

Sin embargo, más allá de las carencias y manipulaciones informativas, a la televisión cubana hay que reconocerle su papel en alertar a las viejas y nuevas generaciones. Después de cuarenta años sin conocer que en Cuba se toma ron y hay alcohólicos para exportar; que la mariguana no sólo se consume en inglés, y que los cubanos no somos inmunes a las infecciones de transmisión sexual, ahora reiteran hasta el cansancio estos acontecimientos a través del  spot.

Y no es que sea malo advertir a la ciudadanía que los vicios y las enfermedades también crecen aquí como la verdolaga o el jamón de pierna en pastillas, pero no hay que faltarle el respeto al atribulado telerreceptor. Porque oiga, le zumba el juanete de Lola que a estas alturas del juego, en el país más culto del universo, se aferren en enseñarnos para qué se usa un jabón. Ni que fuéramos mofetas extraterrestres.

Hay que tomarse un calmante para no delirar frente a un televisor que cada tres minutos, bajo el anuncio de ¿Sabía Usted…?, te dice que los codos, aparte de servir para apoyarse en la mesa, también se usan para codear, articular el brazo, y se deben lavar con menos de un litro de agua y en 15 segundos. Vaya usted a saber qué materia nos impondrán después de aprender que los jabones matan las bacterias de las manos, que los pies están diseñados para caminar y los ojos para verte mejor.

La nariz no. Esa está fuera de servicio por el mal olor que se mandan el país y su televisión.




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