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Flancos débiles

Osmar Laffita Rojas

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Para la batalla económica a la que ha convocado el Presidente Raúl Castro, se apoyará en el fracasado modelo centralizado, que tanto ha costado a la nación. Todo apunta a que esta convocatoria está motivada por los desbarajustes ocasionados a la economía por la “Batalla de Ideas”, a la que la prensa oficial  no se refiere, para bien ni para mal.

En los últimos 7 años el sector de bienes ha decrecido en un 40%.  La agricultura, el componente más importante, solo creció un 1%. Esto ejemplifica la gravedad de la situación.

La afirmación de los dirigentes de que “la agricultura es un asunto de seguridad nacional”, se contrapone al hecho de que el pasado año se compró en el exterior 400 mil toneladas de arroz, que podrían haberse producido en el país. Tampoco se dan pasos dirigidos a disminuir la adquisición de alimentos en los Estados Unidos. 

Los alimentos que se venden por la libreta de racionamiento representan un gasto para el Estado de 939 millones de dólares anuales. La agricultura tiene grandes potencialidades para producir arroz y frijoles, los principales componentes de nuestra raquítica canasta básica, y de esta manera disminuir sustancialmente las compras de estos productos en el exterior.

Quizás sean éstas algunas de las razones por las que el gobierno intenta darle un vuelco a la realidad.  La actual estructura de la economía nada tiene que ver con la existente a finales de 1998, cuando el sector de bienes era el fundamental y la industria azucarera tenía un peso decisivo en el PIB.

Hoy la economía descansa en el sector de servicios, que pauta el crecimiento. Pero el sector de producción de bienes tiene cada vez menor presencia en la estructura económica del país. Un análisis ligero podría establecer una similitud con el comportamiento de las economías de los países desarrollados, pero nos encontramos muy distantes de  ellos.

Si son los servicios los que pautan el crecimiento de la economía, y el sector de bienes decrece día a día, esta contradicción sólo se revertirá si se alcanza una elevada productividad a niveles competitivos.

Una muestra de que esta batalla tiene flancos débiles que ponen en entredicho la estrategia diseñada por el gobierno, son las informaciones aparecidas en la prensa acerca de las trabas impuestas a  grandes cosechas, como la del ajo y el tomate, recolectadas por cooperativistas y campesinos privados. El Ministerio de Comercio Interior les prohíbe la venta directa, originando injustificadas mermas y provocando que gran parte de las cosechas se pierdan sin llegar al consumidor.

La realidad, en fin, se contrapone a los recientes discursos de los gobernantes, que plantean que es cuestión “de vida o muerte” perfeccionar la comercialización, para que los productos del agro lleguen a los mercados. Reconocen que las actuales trabas y decisiones burocráticas frenan la distribución y venta de los productos agrícolas; pero no proponen soluciones.

ramsetgandhi@yahoo.com



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