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Los “mataviejos”

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – Nombrar  Sistema de Atención a la Familia a esos establecimientos donde la calidad de la oferta y el surtido de moscas son para mandarse a correr, es como aplicar un castigo a quienes necesitan un tentempié alimentario en su afán de sobrevivir. Diseñados para personas de la tercera edad, bajos recursos, alcohólicos, indigentes, o con problemas psiquiátricos, estos monumentos a la indigestión se encuentran diseminados por la ciudad.

Conocidos popularmente como los “mataviejos”, en estos centros lo mismo se sufre un infarto ante la transparencia del chícharo con más agua y sal que el océano, que se rueda por el suelo atragantado con un trozo de boniato sobreviviente de la batalla de Playa Girón.

Es verdad que una bandeja de aluminio, grasosa, fregada por último vez en 1987, y llena de un dizque potaje de chícharos cuesta sólo 20 centavos en moneda nacional. También es cierto que la oferta de arroz blanco a 10 centavos, hamburguesas a 30, viandas a 10, un refresco mezclado nadie sabe con qué, y la natilla de a qué rayos sabrá, a igual precio, diversifican el menú.

Además, no se puede negar que el negruzco mendrugo de pan se ofrece a 10, el arroz con pellejo de puerco a 25, y hasta el esqueleto de pescado con sabor a resina de tamarindo no sobrepasa los 60 centavos.

Pero los cientos de viejitos oficialmente censados y los usuarios ambulantes que asisten a estos comederos estatales, se preguntan: ¿Y de la higiene qué? ¿Dónde están los cubiertos para almorzar? ¿Acaso no existen los condimentos?

Hay que verlos sortear los salideros de aguas albañales, la bolsa de cemento y los bloques que obstruyen el paso hacia una mesa sin mantel para calificar el nivel de necesidad de los usuarios de un “mataviejos”.

Hace apenas un año, en uno de estos comederos ubicado en la calle Dragones, entre Galiano y Águila, Centro Habana, José Rey, alias “Pepe Carretilla”, murió aplastado por una mole de concreto desprendida del techo del local.

Recientemente, dos comensales nombrados Leonel (“el indio matarife) y René (“microbio”), colegas  de “Pepe” en el “mataviejos” de Dragones, me contaron la historia.

“Fue a la hora de almuerzo. Mientras “Pepe” hundía  su carne en el pozuelo plástico con potaje de chícharos, boniato y arroz, ocurrió el accidente. No hubo tiempo para nada. “Carretilla” murió aplastado como un tostón. Sin embargo, Pedro Scull, graduado de San Alejandro, a quien no le alcanza la pensión para comer en casa, tiene mejor opinión del Sistema de Atención a la Familia.

Según cuenta, en el “mataviejos” La sensacional, ubicado en Perseverancia entre Neptuno y Concordia, si bien los alimentos no están condimentados, y hay que llevar el plato, la cuchara, el vaso y el tenedor, el salón está limpio y el trato de los empleados es bueno. El problema está en que si los usuarios y las autoridades saben cómo desaparecen estos productos e insumos, nadie ha encontrado una fórmula para remediarlo.

Hasta el día de hoy, sólo quejas, resoluciones, promesas, reportajes  y otros sabores, acompañan a los cubanos más desfavorecidos en las crecientes colas de los “mataviejos”.




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