Frank Correa
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Hace dos noches pasó por la televisión un documental sobre Vietnam en el horario estelar. La mañana siguiente recogí varias opiniones sobre el material. A muchos les recordó las jornadas de solidaridad de los años sesenta del pasado siglo, cuando el mundo pedía el cese de la guerra impuesta por los Estados Unidos, y que sirvió al gobierno comunista cubano para estrechar lazos de amistad con una buena parte de los países del Tercer Mundo.
Un experto en el tema vietnamita que me visitó ese día dijo que el filme era interesante, pero adolecía de un enfoque objetivo sobre la realidad de la península. Las batallas contra el colonialismo francés y el imperialismo yanqui, demostraban la perseverancia de un pueblo que se elevó de sus cenizas; pero no se decía una palabra sobre la guerra con China, un conflicto de carácter fronterizo que exigió un gran despliegue de fuerzas militares de ambos bandos, y un enorme gasto económico; ni tampoco de ciertas aperturas económicas de vital importancia para el conocimiento del país.
A otro amigo, nominado a delegado del Poder Popular en los comicios del mes pasado, le interesó la parte que describía la infraestructura social y la independencia de las alcaldías municipales del modelo vietnamita, donde una parte de los ingresos provenientes del trabajo colectivo se le entrega al Estado como contribución, y la otra se preserva en la municipalidad para inversiones sociales, reparación de calles, escuelas, parques, y para imprimirle vida a los proyectos comunitarios.
Mi amigo declaró que el Comité Central del Partido Comunista de Vietnam y su Buró Político, siguiendo los cánones soviéticos y del bloque socialista, envejecieron de artritis burocrática, y que el inmovilismo los carcomía, pero lograron desperezarse con un cambio radical. Dijo el amigo que a los ancianos de la vieja guardia se les entregó una medalla, un diploma y una cerrada ovación, y se les envió para sus casas a descansar. Jóvenes con deseos de salir adelante se hicieron cargo del país, y ahí estaba el resultado. El Vietnam visto hace dos noches en el documental. Un pueblo trabajador, que crece económicamente de manera sostenida.
Yordán, otro vecino que siguió el documental expresó que lo que más le llamó la atención fue las imágenes de los vietnamitas cargando los cañones desarmados en sus bicicletas, y que a pesar de que los enemigo les pulverizaban las ciudades, se batieron de tú a tú, y los derrotaron. Luego se pusieron a trabajar, reconstruyeron el país, y ahora cualquier joven que trabaje puede comprarse una moto o un automóvil, y la ciudad se ve con vida, recogiendo los frutos.
Yordán no se explica cómo en Cuba, donde nunca se le ha tirado ni un hollejo a un chino, mientras más se trabaja menos se disfruta.
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