La
oposición considera insostenibles las políticas de acercamiento
al régimen
La agonía y muerte de Orlando Zapata muestra la ferocidad
del sistema represivo cubano y debería servir para sacudir
la conciencia internacional sobre la situación de los más
de 200 presos políticos en la isla. Ésta es la opinión expresada
de forma casi unánime entre los exiliados cubanos en Estados
Unidos y España, que insisten también en la necesidad de que
los Gobiernos (y muy en concreto, el español) exijan de forma
más enérgica al régimen castrista el respeto a los derechos
humanos.
El mismo día en que los analistas se aprestaban a evaluar
en Miami los dos años de Raúl Castro en el poder y a conmemorar
el aniversario del derribo de las avionetas de Hermanos al
Rescate, el guión cambió bruscamente. "La muerte de Zapata
es un crimen que nunca será olvidado, ni prescribirá jurídicamente
en el futuro", declaró el congresista republicano Mario
Díaz Balart. El régimen cubano, recuerdan en el exilio, había
ignorado las gestiones a favor del preso que habían realizado
en las semanas previas desde Hillary Clinton al Vaticano.
"La responsabilidad de la muerte de Zapata es de Raúl
y Fidel Castro, porque ellos son los que determinan la vida
y la muerte de los presos políticos", asegura Omar López,
de la Fundación Nacional Cubano Americana. "Es una vergüenza
que en el siglo XXI se permita que un Gobierno deje morir
a un ser humano en esas condiciones sin que haya consecuencias".
Y las consecuencias pasan porque la comunidad internacional
reaccione de forma enérgica. Díaz Balart cree que el presidente
Barack Obama debe cesar en su política de acercamiento y concesiones
unilaterales a Cuba. Pero las miradas del exilio se dirigen
sobre todo a la Unión Europea, en el momento en el que España
pretende poner fin a la llamada Posición Común, que condiciona
cualquier acercamiento a la mejora en la situación de los
derechos humanos.
"Esto debería convencer a la Cancillería española de
que no continúe intentando desbaratar la Posición Común europea,
que es uno de los pocos instrumentos de presión sobre la dictadura
cubana", asegura el escritor y periodista Carlos Alberto
Montaner. "Es inexplicable que, después de casos como
éste, el ministro Miguel Ángel Moratinos continúe insistiendo
en que hay síntomas leves de apertura en Cuba. No hay ninguno,
nada que no sea la más obvia dictadura estalinista".
Según Montaner, no sólo va a haber más denuncias internacionales,
sino que se recrudecerá el problema racial: "Es evidente
que ya existe con la población negra, más del 50% del total.
Ya están los casos de Óscar Elías Bizet, el Mandela Cubano,
o de Jorge Luis García, Antúnez, pero es que las cárceles
están llenas de jóvenes demócratas que además son pobres y
negros".
La postura de la diplomacia española se ha hecho insostenible,
coincide Antonio José Ponte, subdirector del digital Diario
de Cuba, en Madrid. "La muerte de Zapata puede ser el
principio del fin, no del régimen, pero sí de la benevolencia
de una parte de la opinión pública".
En el mismo sentido se pronuncia, desde Barcelona, el escritor
Ernesto Hernández Busto, director del portal Penúltimos Días.
"Espero que la muerte de Zapata despierte la conciencia
sobre la situación de las cárceles cubanas. Podría pensarse
que Orlando Zapata se ha sacrificado por un ideal. Pero hay
detalles que te dan otra perspectiva, como el hecho de que
este hombre sufrió torturas y malos tratos en la cárcel. En
octubre pasado, sin ir más lejos, lo golpearon salvajemente.
Y le aumentaron la pena de tres a 36 años por su rebeldía,
porque quería ser tratado como un preso de conciencia".
Lo terrible, añade Hernández, es el contraste entre las violaciones
de los derechos humanos "y la anuencia de los Gobiernos
latinoamericanos y de España con un régimen que hace lo que
le da la gana. No pueden entenderse esas visitas a la isla
sin que medie una sola declaración expresa a favor de los
presos políticos".
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