Los derechos y las prisiones (I)

Escrito por Jorge Gómez Barata

El lamentable hecho de que en un hospital cubano falleciera recientemente un recluso que para reclamar mejoras en su situación carcelaria, irracionalmente y probablemente mal aconsejado, acudió al recurso extremo de dejar de alimentarse hasta fallecer, se ha convertido en un suceso de inusitada relevancia internacional.

El evento protagonizado por Orlando Zapata, como suele ocurrir con todos los asuntos que involucran a Cuba y se prestan para manipulaciones políticas, ha generado una desmesurada reacción mundial explicable únicamente por la densidad de la cobertura mediática y políticamente intencionada de que ha sido objeto.

No basta sin embargo lamentar el suceso y las circunstancias en que se produjo y denunciar el hecho esencialmente hipócrita de usar el sufrimiento de un hombre, inútilmente inmolado, para añadir nuevas diatribas contra la Revolución Cubana, sino de hacer un esfuerzo para comprender las circunstancias que mantienen encarceladas a millones de personas en todo el mundo y sumarnos a quienes se esfuerzan porque su número se reduzca y las sanciones sean cada vez más coherentes con la condición humana.

Por una deprimente paradoja, en la medida en que la humanidad progresa los delitos no son menos sino más, las condenas son más largas y en lugar de disminuir, la población penal aumenta. En muchos países, los delitos desbordan las posibilidades de acción policial y judicial por lo cual también crece la impunidad. Algunas estadísticas revelan a nivel mundial una relación entre los delitos denunciados y los juzgados de 20/1.

La sanción de prisión, obligatoriamente implica la exclusión del sancionado que es extraído del medio social, alejado de su familia, privado de los goces de la vida, la diversión y el sexo, además de perder prácticamente todos los derechos para cuyo ejercicio la libertad es imprescindible. Las prisiones suelen estar situadas en lugares alejados y a veces remotos o de difícil acceso.

El preso común es el individuo en situación extrema que menos conmiseración recibe de las personas que se relacionan con ellos, los custodian y los sirven y la sociedad en su conjunto suele desentenderse de su trágico destino, asumiendo como justificado el castigo que se les aplica. Los detenidos se relacionan únicamente con otros de su misma condición y con las autoridades penales, carecen de confort, se atienen a las reglas del penal y sus posibilidades de reclamar suelen ser mínimas.

En muchos países, incluso desarrollados y con sistemas penales avanzados, es frecuente que los presos de determinados penales, traten de hacerse escuchar y de hacer públicos sus reclamos acudiendo a motines, sublevaciones, tomando como rehenes a los guardias, circunstancias en las que suelen ser reprimidos brutalmente sin, en la mayoría de los casos, lograr captar la atención de la prensa, la opinión pública y mucho menos las instancias parlamentarias.

No es posible evadir el hecho de que las prisiones son lugares terribles, cuya imagen es conscientemente utilizada como disuasiva para generar temor y que las personas eviten llegar a ellas. Las cárceles son los lugares donde más sufren los seres humanos, donde más se enferman, el sitio donde es más alta es la tasa de suicidios, un lugar donde el sexo se obtiene por acoso y donde existe más perversión, paradójicamente en las prisiones es donde más delitos se cometen y donde son más violentos.

Esas circunstancias han aconsejado a las autoridades a trabajar, para sin dejar impunes las violaciones de la ley, encontrar maneras de reducir el encarcelamiento o crear condiciones que hagan posible que el castigo y la rehabilitación convivan. La despenalización de ciertas faltas y la indulgencia ante ciertos tipos de delitos, sobre todo cuando son cometidos por jóvenes son opciones actualmente utilizadas y, con frecuencia se acude sanciones que como la reclusión domiciliaria, la limitación de ciertos derechos y otras, no conllevan prisión.

En muchos países, se trabaja para lograr sistemas penales que atenúen la situación material y emocional de los internados, ofreciendo a los convictos las mejores condiciones de encarcelamiento posible, incluyendo la opción de recibir visitas familiares y conyugales, realizar trabajos remunerados, cursar estudios o aprender oficios, participar en ceremonias religiosas, incluso disfrutar de servicios tan apreciados como los de medicina, radio y televisión, todo ello con la mesura y las limitaciones que supone su situación y sin eludir el hecho de que se trata de sancionados.

El hecho de que una parte considerable, a veces la mayoría, de las personas que cometen delitos sean jóvenes y que lo serán todavía al extinguir sus sanciones, que en su inmensa mayoría sean de los estratos más humildes, siempre integrantes de familias que también sufre las consecuencias de la sanción impuesta, las autoridades tratan de realizar un esfuerzo por contribuir a la rehabilitación del condenado y devolverlo a la sociedad, en el menor plazo posible y con las mejores opciones para reintegrarse al medio del que un día fue excluido.

No obstante en esta como en todas las circunstancias de la vida, la moderación y la racionalidad se impone, según las autoridades y los propios familiares de Zapata, éste reclamaba poder disponer en su celda, en una cárcel ubicada en un remoto paraje del oriente cubano, de teléfono y acceso a INTERNET, comodidades de las que no disponen los lugareños, que las autoridades penales no podrían solucionar debido a imponderables técnicos y que no están al alcance de las personas que habitan en aquellos y otros lugares de Cuba.

Orlando Zapata no fue condenado a muerte y consta en testimonios fílmicos divulgados por la televisan cubana que médicos competentes, en instituciones calificadas y con medicamentos y recursos apropiados se esforzaron por salvar su vida, a la postre inútilmente sacrificada. Lo importante ahora sería detener la inmoral manipulación y la irresponsable publicidad que puede llevar a otros a aventuras semejante o igualmente peligrosas. Tal vez esa sea la idea y de eso se trate todo el montaje mediático.

TOMADO DE EL MERCURIO DIGITAL



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