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La bajeza de denigrar

Francisco Chaviano González

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - En un artículo publicado en el periódico Granma el viernes 12 con el título, Parlamento Europeo se alineó a la campaña anticubana, las autoridades de Castro se desbordan en su habitual bajeza para denigrar a sus víctimas. Para ello utilizan al periodista títere muy conocido en su casa, Javier Rodríguez, quien firma el artículo que puso en sus manos la policía política.

En él, vuelven a arremeter contra el mártir Orlando Zapata Tamayo, a quien denigran tildándole de preso común reclutado por la contrarrevolución cuando hacía una huelga de hambre. Con esta infame mentira pretenden sepultar bajo el lodo el relevante patriotismo de este albañil simple, de alma grande.

El pelele  Javier Rodríguez quiere desconocer que Zapata estuvo muchos años en la oposición democrática, razón por la que cumplió condena. Que entró a la misma para alzar su voz contra los abusos del régimen. Que  nunca fue asalariado de nadie,  por el contrario, vivía humildemente dándolo todo por la Patria a cambio de nada.

Fue a prisión por solidaridad con sus compañeros de lucha. En las mazmorras de los Castro, sin lugar a dudas de las peores del mundo, mantuvo su valor incólume. No se humilló ni cedió ante la tortura. A pie firme esperó la muerte protestando contra el abuso y reclamando un cambio en Cuba. Es el José Maceo de nuestros tiempos. Su chancleta, roída por las ratas que deambulaban en su celda, vale mil veces más que Javier Rodríguez y todos los que se empeñan en denigrarlo.

El tal Rodríguez se empeña en acusar a los eurodiputados de alinearse en una campaña contra Cuba, que busca fabricar patriotas entre mercenarios y delincuentes para derrocar, lo que el llama, “orden constitucional erigido por nuestro pueblo hace 52 años” (en realidad son 51 imponiendo la conveniencia de los que mandan sin miramientos de leyes). Tilda de manida propaganda contra la isla el justo reclamo por la situación de los presos políticos y de conciencia.

Luego se torna amenazantes cuando dice: “El Parlamento Europeo parece no entender todavía que, mientras la reliquia de la “Posición Común” exista, no habrá normalización de las relaciones de Cuba con la UE”. ¿Habla un periodista o el gobierno?

El epíteto de mercenario, entre otros adjetivos peyorativos, ha sido secuestrado por Fidel Castro para calumniar a todo el que no se pliega a sus intereses personales. Se asignó primero a los combatientes de la Brigada 2506 que desembarcó en Bahía de Cochinos en 1961. Luego se ha esgrimido contra todo el que se le opone.

Si a decir de Martí: “Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines: fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”. Entonces el axioma de Fidel Castro de que “revolución es cambiar todo lo que debe (entiéndase pueda) ser cambiado, es antipatriótico por definición: Los fines de la Patria fueron trastocados en los suyos; agredió los intereses de la familia cubana; acabó con nuestras tradiciones, con nuestra cultura religiosa y nuestra cubanía.
 
De acuerdo con este criterio, ser fidelista es traicionar a la Patria. Pero además, el tirano reclama humillación, ir donde sea, como sea y para lo que sea (incluido el desembarco armado en países para imponer gobiernos que sus pueblos no desean). A cambio, él les da algunas migajas, y les permite robar impunemente al erario, cosa que va más allá de ser un mercenario.

Cuba es un país cautivo por la ambición personal de los Castro. El pueblo ha sido despojado de sus libertades públicas, sumido bajo un totalitarismo que controla todo y reprime sin escrúpulos implantando el terror. En tales condiciones disentir es una acción temeraria, de suicidio económico y por tanto, un atrevimiento de locos. Por esa misma razón, es un acto patriótico excepcional.

La Declaración de Derechos Humanos de Naciones Unidas es universal, y merece la vigilia de todos. Es lícito socorrer a los desvalidos, máxime cuando se trata de patriotas inermes que reclaman pacíficamente las libertades públicas y los derechos de la citada declaración. La actitud del Parlamento Europeo es digna de encomio. ¡Basta ya de la bajeza de denigrar al contrario!




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