Frank Correa

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Un conocido del barrio que jamás  ha conversado conmigo  asuntos de política, me abordó en la calle y me hizo varias preguntas de carretilla. Preguntó quiénes eran Zapata, Fariñas y los otros huelguistas de hambre que, se comentaba vox populi, emplazaban al gobierno cubano a realizar cambios. También qué les había pasado a Rogelio Acevedo,  ex ministro de la aeronáutica civil, sustituido recientemente, y a Max Marambo, un chileno que había estado exilado en Cuba, con dudoso historial en asuntos de negocios. Y si era verdad que Lula despreció a los disidentes comparándolos con los bandidos de Sao Paulo. Y si  era cierto lo que se rumoraba sobre un hijo de Juan Almeida que se había vuelto   contrarrevolucionario.

Dijo que acababa de leerse un libro sobre Stalin, estaba horrorizado por  la similitud de aquel dictador con la actuación de los césares del imperio romano en sus periodos más oscuros. Sin dejarme aliento para contestar, citó la vigencia de  las enseñanzas estratégicas de Maquiavelo, relatadas en su libro El príncipe, en muchos casos seguidas al pie de la letra en la cartilla revolucionaria de hoy, y cómo el siglo veintiuno, en vez de prometer mejoras al género humano lo enclaustraba más en un callejón sin salida.

Hablaba con miedo, miraba a todos lados, cambiando continuamente el tono de voz. Pensé que era un enviado de Seguridad de Estado, sonsacándome. Le indiqué los sitios web donde podía encontrar  las informaciones que buscaba. Pero con rostro sombrío reconoció que eso era una fabulación, puesto que para él era imposible acceder a Internet.

Pasó un individuo por la calle, le preguntó qué día era la reunión del núcleo del partido comunista. Le contestó que el próximo lunes.

-Tú lo mismo te viras para primera que para tercera -le dije.

-En estos tiempos, como está Cuba, hay que estar en todo. Hasta en misa.

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