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Una historia personal

Martha Beatriz Roque Cabello

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - El pasado 21 de junio, terminada una sesión de Internet en el hotel Telégrafo, en Centro Habana, me encaminé a la Habana Vieja. Estaba lloviendo y abordé un taxi estatal. El conductor me pidió pagar en moneda convertible sin utilizar el taxímetro, a lo cual accedí, ya que esto se ha convertido en una costumbre.

Cuando íbamos en el camino el taxista desvío su ruta. Le dije que fuera que fuera hacia la derecha y él dijo que me dejaría otro lugar que era lo mismo. Detuvo el auto en la Lonja del Comercio, y yo iba a la calle Obispo. Le pregunté si no entendía el español. Respondió que le tenía que dar un peso convertible más para llevarme a Obispo.

Bajé del auto y le dije que no le iba a dar nada. Él bajó también y fue en busca de dos policías que estaban cerca. Antes que los guardias me llamaran fui hacia ellos. Preguntaron qué pasaba y les conté como pude, porque el chofer no dejaba hablar, me manoteaba y amenazaba con que me iba a abofetear, que era una lástima que no fuera hombre. Uno de los policías me dijo:

-Páguele, compañera, ¿no ve que está borracho?

Le pedí que me condujera a la estación de policía, en vistas de que él, como autoridad, no hacía nada, pero fue inútil. Me preguntó la edad y explicó que en la unidad no iba a resolver nada, que me tendrían allí hasta la noche, sin resolver nada. Cuando trataba de explicarle otra vez, dijo que me fuera con el taxista que me iba a llevar a donde iba.  

Finalmente, el chofer balbuceó algunas groserías y se fue. Le pregunté al sub oficial si me podía retirar y fui directamente a la unidad de policía de centro Habana, en la calle Zanja. El oficial guardia me recomendó que fuera a Cuba y Chacón, ya que ellos tendrían que tramitar el caso por ser de la policía especializada. En Cuba y Chacón el guardia de la entrada me informó que quien debía atenderme era el capitán Cané, pero se encontraba en Dragones y Zulueta, por lo que fui a esa unidad.

Finalmente, nadie me dio una respuesta; en esta desprotección vivimos los ciudadanos. ¿Y por qué no pensar que el policía que insistió tanto en que le pagara al chofer, iba a recibir su tajada?



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