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¡Basta ya de dilaciones homicidas!

René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – El pasado miércoles la prensa informó sobre el notable empeoramiento de Guillermo (Coco) Fariñas. Además de fiebre, diarreas y graves trastornos hepáticos, el psicólogo villaclareño presenta ahora también un coágulo yugular, el cual puede provocarle en cualquier momento una trombosis. Su estado de salud es crítico.

Mientras rezamos por un milagro que salve su preciosa vida, nos preguntamos los motivos de la inacción del régimen comunista, el cual, aparte de acercar a algunos presos de conciencia a sus ciudades (con lo cual se limita a cumplir su propio reglamento penitenciario), lo único que ha hecho es liberar a un solo cautivo inválido.

Diversos informes dan cuenta del supuesto propósito del gobierno de liberar a los presos de conciencia. Incluso se ha conocido de pronunciamientos oficiales hechos en ese sentido por un canciller europeo ante sus colegas de la UE. Cabe suponer que esa afirmación tenga un trasfondo de verdad, lo cual es coherente con la inédita entrevista del presidente Raúl Castro con el cardenal Jaime Ortega.

Si todo ello es así, ¿a qué vienen tantas dilaciones en anunciar lo que todos esperan ansiosamente?

Ana Aguililla, al comunicar que Fariñas se encuentra en peligro inminente de perder la vida, hace un señalamiento que provoca cólera y estupor: “Mientras, el gobierno parece esperar tranquilamente su muerte”.

¿Tiene razón la destacada periodista independiente? Los hechos apuntan en ese sentido o sugieren que —al menos— es posible que se espere hasta que la salud del huelguista sufra un deterioro irreversible. Como es obvio, ello constituiría una demostración más de la protervia del régimen castrista, que parece empeñado en negar a sus súbditos hasta el derecho al pataleo.

Porque eso precisamente —no otra cosa— han sido los últimos actos de Orlando Zapata antes y de Coco ahora. Al poner heroicamente sus propias vidas como garantía de la nobleza de sus propósitos, y al echar mano al recurso extremo de la huelga de hambre tras comprobar que no disponían de otra vía para respaldar sus justos reclamos, no han hecho otra cosa —en esencia— que patalear.

Pese a ello, se ha pretendido tergiversar la razón y el sentido de sus peticiones, llegando al colmo cuando el Jefe del Estado calificó la protesta pacífica de Fariñas como un “chantaje inaceptable”.

Es necesario que redoblemos los esfuerzos para salvar la vida del heroico luchador santaclareño. La suprema crueldad del régimen debe tener un alto costo político.

Al actuar en favor de que sean acogidos los reclamos de nuestro fraterno Coco, no sólo estaremos abogando en pro de nuestros presos de conciencia, sino también para evitar que el profesor Félix Antonio Bonne Carcassés, que se mantiene firme en su propósito de cumplir la palabra empeñada y relevar a Fariñas en caso necesario, tenga que hacerlo.

Todos recordamos que Richard Nixon, durante sus últimas semanas en la presidencia, declaraba casi a diario que no renunciaría a su alto cargo con motivo del escándalo de Watergate. Cuando se decidió a hacerlo, simplemente divulgó su decisión y la hizo efectiva de inmediato.

El gobierno castrista debe aplicar el mismo principio, sólo que en otro sentido. Si ya tiene el propósito de excarcelar a los presos de conciencia, ¡que haga entonces el anuncio formal y actúe en consecuencia! ¡Basta ya de dilaciones homicidas!



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