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Consenso sobre cambios en Cuba

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Cambio era una palabra prohibida y perseguida como “contrarrevolucionaria” en Cuba, hasta que el 26 de julio de 2007 el Presidente Raúl Castro reconoció la necesidad de cambios estructurales y de conceptos.

Hace 7 años, 75 pacíficas personas recibieron condenas de hasta 28 años de cárcel por expresar sus opiniones sobre la crisis política, económica y social, y proponer soluciones. 53 continúan encerrados en prisiones, 9 con licencia extrapenal por motivos de salud, pueden ser devueltos a ellas, y hay casi 200 prisioneros políticos pacíficos. La crisis es muy abarcadora y profunda, pero el gobierno está parapetado en su intransigencia e inmovilismo, cuando debería excusarse, liberarlos y permitirles participar en un proceso de reconstrucción nacional.

Las autoridades necesitan su tradicional pretexto de la agresión extranjera, pero se les ha encogido la amenaza del imperialismo yanqui, por la política de apertura de Barack Obama hacia el pueblo cubano, y de conversar sobre ciertos temas con el gobierno cubano. Para colmo, el Presidente Obama es admirado por nuestro pueblo porque evoca la imagen de un cubano y, con esfuerzo y oportunidades, pudo llegar a la cima del país más poderoso y rico del mundo.

La muerte de Orlando Zapata Tamayo demostró, dentro y fuera de Cuba, la insensibilidad y el desprecio del gobierno hacia la persona humana, mientras la ciudadanía está cada día más decepcionada por las promesas incumplidas, la creciente miseria, las prohibiciones y la falta de esperanzas de un futuro digno. El gobierno ha perdido el apoyo político, en tanto Raúl Castro auguró el despido de más de un millón de trabajadores, pero antes tuvieron que participar en el ritual de las elecciones municipales bajo la batuta de los Comités de Defensa de la Revolución.

La propaganda necesita urgentemente amplificar los enemigos: ¡Todos contra la Unión Europea y la prensa internacional, al servicio del imperialismo yanqui! Se incrementa la represión contra indefensas mujeres y pacíficos opositores. Vuelven a poner a cubanos contra cubanos, organizan turbas en operativos conjuntos de la Seguridad del Estado y la Policía Nacional Revolucionaria; autos, ambulancias, ómnibus, teléfonos móviles en mini maniobras antimotines, que pueden revertirse en motines descontrolados, heridos y pérdida de vidas. Estamos ante el macabro juego de la desesperación del poder, que quiere seguir siendo absolutamente totalitario.

Pero la confrontación en las altas esferas, que ya no saben en quién pueden confiar, cala toda la sociedad.  Evidentemente, alguien poderoso promueve cambios; basta leer las cartas en el periódico Granma los viernes, o ver ciertos reportajes en la televisión, escuchar a los humoristas o asistir al teatro.  Aquí quien no esté respaldado, no tiene espacio en los medios, aunque alguno se haya salido de los cauces ocasionalmente.

No por casualidad en el sitio de Internet de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) han comenzado a colgar inusitados artículos. Al famoso trabajo del profesor Esteban Morales, diciendo que la contrarrevolución está en las altas esferas debido a la corrupción y otros males, ha seguido la trilogía del escritor Guillermo Rodríguez Rivera, que parece no desear quedarse a la zaga del “destape” para ubicarse en el grupo de los vanguardistas, con un trabajo sobre los errores de la Ofensiva Revolucionaria de 1968, que eliminó la pequeña propiedad privada y, con ella, los servicios y las pequeñas empresas de producción. Sí, esa versión cubana de la Revolución Cultural China constituye una de las causas de la crisis actual. Debieron pasar 42 años para que se enjuiciara esa trascendente decisión del Comandante en Jefe. 

Muy oportuna ha sido la entrevista al Cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, aparecida en la revista Palabra Nueva, donde señala: “Pero hay un denominador común fundamental en casi todos los opinantes: que se hagan en Cuba los cambios necesarios con prontitud, para remediar esta situación. Yo creo que esta opinión alcanza una especie de consenso nacional y su aplazamiento produce impaciencia y malestar en el pueblo.”

Indudablemente el clamor generalizado es cambio, la liberación de los prisioneros de conciencia y políticos pacíficos, el cese de la represión, el respeto a las opiniones diversas, el trabajo digno y productivo, la reconstrucción material y moral, la reconciliación, la paz y el amor entre los cubanos.




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