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Las torcidas razones de Silvio

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Silvio Rodríguez cree en los postulados de la revolución. No lo dijo a través de una de las canciones de su último disco, Segunda Cita. Lo afirmó el 26 de marzo, en Casa de las Américas, escoltado por  el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, presidente de institución, y el trovador Vicente Feliu.

Rodríguez presentaba su reciente propuesta musical y decidió, en cumplimiento de alguna orden, o en respuesta a una petición del Ministerio de Cultura, calzar la alicaída imagen del sistema a partir de la muerte del preso de conciencia Orlando Zapata Tamayo.

El popular cantautor apuesta una vez más por asumir públicamente la defensa de un proceso que (él estima) debe continuar rigiendo los destinos de la nación. Aunque entre sus alabanzas alienta a “repensar conceptos e instituciones”, su discurso define una postura favorable al régimen.

Al considerar que tiene “muchas más razones para creer en la revolución que para creer en sus detractores”, vuelve a confirmar su incondicionalidad al poder y el desprecio hacia sus víctimas.

La postura del sexagenario trovador puede ser una de las piezas de la contraofensiva gubernamental ante la ola de críticas provenientes de varias partes del mundo. Al fallecimiento de Zapata Tamayo, el 23 de febrero, se agregan los violentos actos de repudio contra las Damas de Blanco durante el mes de marzo, y la huelga de hambre y sed protagonizada por el periodista independiente Guillermo Fariñas desde el 24 de febrero. Actualmente permanece internado en hospital Arnaldo Milián Castro, en Santa Clara, a causa de su deterioro físico. 

De acuerdo al momento, el tono y la forma de lo dicho por Silvio Rodríguez, se infiere que el mensaje va dirigido a minimizar las recientes declaraciones del también trovador cubano Pablo Milanés, ofrecidas al diario español El Mundo.

A la pregunta: “¿Qué han hecho los revolucionarios con la Revolución?”, Milanés respondió: “Quedarse en el tiempo. Y la historia debe avanzar con ideas y hombres nuevos. Se han convertido en reaccionarios de sus propias ideas. Por eso he dicho que hace falta otra Revolución, porque tenemos manchitas. El sol enorme que salió en el 59 se ha ido llenando de manchas en la medida en que se va poniendo viejo”.

 -¿Qué huelga merece Castro si Fariñas muere de hambre? –preguntaron a Milanés.
- Hay que condenar desde el punto de vista humano. Esas cosas no se hacen. Las ideas se discuten y se combaten, no se encarcelan.
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Ambos músicos, Silvio y Pablo, son parte de la influyente iconografía de la intelectualidad de izquierda. Su tradicional asociación y defensa de los valores que impuso la élite que todavía gobierna en Cuba, los convierte en voces con un razonable margen de credibilidad a la hora de emitir criterios sobre la realidad nacional.

Pablo Milanés toma distancia de un sistema que considera anquilosado, y que en la práctica no ha cumplido con las promesas de justicia, libertad y eficiencia económica, tan imprescindibles en la construcción de un verdadero socialismo. Silvio Rodríguez arrima su prestigio a las llamas de la decadente clase política que se resiste a adoptar el camino del cambio.

La historia despejará las dudas sobre si su actitud fue a conciencia o por oportunismo. De todas formas saldrá trasquilado. Será muy difícil olvidar su voz como parte de la banda sonora de una dictadura cruel e incapaz.

oliverajorge75@yahoo.com  





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