Los huérfanos de la Obrapía
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Los padres adoptivos de la nación cubana están haciendo mutis por el telón de fondo de un escenario de solar. Papá Estado y Mamá Revolución, según un reciente artículo de Pablo Alfonso en el Diario Las Américas, buscan a quien culpar de sus líos domésticos.
Y no son pocos los problemas acumulados en estos cincuenta años de “pensarán así”, “se comportarán asao”, “comerán esto”, “vestirán aquello” y “dirán que no hay padres como nosotros”.
Pero ante la imposibilidad de mantener el control a causa de la corrupción, el robo, la improductividad, la desidia o la fuga de sus hijos adoptivos, los padres tutelares declaran que no aguantan más.
Las palabras de Ramiro Valdés en Santiago de Cuba han dejado ese agridulce sabor: “Que las masas participen en la solución de sus propios problemas y no esperen que Papá Estado venga a resolverlos”.
Sin embargo, más que un castigo, han sido un alegrón. Más que un “quedarán al garete”, ahora sí parece que vamos a quedar huérfanos de Papá y Mamá. Pero eso sí, murmuran recelosos los que no acaban de ver la hora de quedar huérfanos definitivamente, que nos saquen del andador, despejen los caminos, suelten las ataduras y nos permitan andar.
Nada de hoy sí, mañana no, bájate, no mires hacia allá, o por este carril. Además, que les quiten el pie de las costillas, la mano de la boca y no vuelvan a pisar al unísono el freno y el acelerador. De ser así: ¡Adiós irresistibles padres de la compotica El nene!, mezclada con seremos como el Ché y cerelac.
Algunas de las personas que hablaron sobre el tema del control estatal, respondieron así: “Ojalá y no se arrepientan de abandonarnos a nuestra propia suerte”, como dijo un carnicero con maestría en picadillo de soya y fricandel.
“Ya estamos creciditos y aún no podemos decidir qué forma de vida nos gustaría más. Es mejor si deciden alejarse y dejarnos el control”, aseguró una maestra que imparte clases de modales los fines de semana a varias jineteras que aguardan la salida del país.
“De cualquier manera, esto no funciona. Ni con los subsidios, ni con la mal denominada liberalización”, argumentó un economista que vende arroz y frijoles en un agro mercado.
Al parecer, todo el mundo es feliz con las posibilidades de la orfandad. A nadie le interesa lo que pasó en este medio siglo de paternalismo gubernamental, pues no tiene remedio.
La cuestión es cambiar, tomar las riendas y seguir adelante. Sacar del inmovilismo a un sistema y a una población que se desgastan haciendo piruetas por sobrevivir.
Y ojalá estas fintas verbales que piden a las masas resolver sus propios problemas, no sean sólo una copia del guión de la telenovela cubana, Las huérfanas de la Obrapía, todo trapo, llanto y glamour.
Los cientos de miles de cubanos que sueñan más temprano que tarde con gritar: ¡Al fin huérfanos!, hace mucho tiempo se lo merecen.
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