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¡Qué voy a hacer con mi vida!

Francisco Chaviano

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) -¡Quítame esta sal de encima! -dice el estribillo de una canción de moda, que utiliza el periodista Félix López para titular su artículo  publicado en Granma el pasado 8 de julio. Arremete contra los “luchadores”, quienes: “Aparecieron durante el período especial, cuando todos esos males se fueron colando, poco a poco, bajo esa gran sombrilla en la que nos cobijamos durante los días más duros”.  

Critica en su artículo a los taxistas que le proponen al cliente apagar el taxímetro y arreglar la carrera para apropiársela; a los funcionarios de oficina que demoran los trámites de cualquier gestión, pero los agilizan por dinero. También la demora a la hora de reparar los efectos electrodomésticos a domicilio. Acusa a los técnicos de convertir un medio estatal en “propiedad privada”, de corromperse para obtener ganancias, y de ineficientes que en lugar de prestar un servicio por el que cobran, actúan como si nos estuvieran haciendo un favor. 

El periodista de Granma asegura: “Defender los derechos y la felicidad de millones de cubanos honestos está por encima de cualquier otra consideración”. Llama a apretarse el cinturón económico, a criticar muchas cosas que andan mal a nuestro alrededor por obra de la impunidad. Asegura que la estrechez no es razón para que se caiga en la ilegalidad y mucho menos para convivir con ella. Califica como sagrados los recursos del Estado que, asegura, son del pueblo.  

Concluye su crítica aseverando: “Lo que está mal y daña al país nos afecta a todos, y por lo tanto nadie debe dejarlo pasar por debajo de la mesa. Hacerlo implica una complicidad y eso tiene un costo legal, ético y político. ¿Por qué permitir entonces que crezcan los depredadores de la economía del país (el daño macro), con su consiguiente afectación al bienestar del cubano (el daño individual)?”. 

Es evidente que López, con toda intención, trastoca los papeles de víctima y victimario. En su empeño de ser escritor que duerme en paja suave y caliente por sobre todas las cosas, no es el abanderado de la crítica a los poderosos que abusan de la población. Por el contrario, su letanía es un látigo más para arremeter contra los  humildes, pues justifica la represión. Su trabajo no señala el verdadero daño, sino las pequeñeces, el mal menor; a la vez que encausa el malestar popular dirigiéndolo a un enfrentamiento intestino. No critica, por ejemplo, que un viaje dentro de La Habana pueda costar el salario de un mes, sino el que exista un arreglo donde al cliente le cobren menos y el taxista recupere parte del salario que hace mucho dejó de ser tal. 

Es penoso, señor López, que los trabajadores se vean obligados a corromperse moral y socialmente, robando, faltando a su ética o prostituyéndose, para satisfacer un mínimo de las necesidades que debía sufragar con su trabajo. Nunca los capitalistas fueron tan abusadores con los trabajadores. La paga era cuarenta veces superior a la de ahora, en su capacidad para adquirir bienes y servicios. Lo que ganan los trabajadores de hoy es tan poco que sólo es comparable con la época de la esclavitud. 

Le devuelvo sus palabras señor Félix López, no se puede dejar pasar por debajo de la mesa lo que está mal, daña el país y nos afecta a todos. El que lo haga es cómplice, y tendrá que enfrentar algún día un juicio ético y político por haber traicionado a su pueblo. No se debe permitir el deterioro de los cubanos que claman, como en la canción, ¿qué van a hacer con mi vida?

Es preciso acabar con los depredadores de la economía que nos gobiernan. ¡Qué nos quiten de encima estos padrinos! Es todo lo que necesitamos.

 

 
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