Impedidos

José Alberto Álvarez Bravo

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) -¡El asiento de impedidos! La frase, escuchada a diario en los ómnibus de transporte urbano de la capital, nos recuerda una época distante en el tiempo, en la que los hombres se disputaban el acto caballeroso de ceder el asiento a las mujeres, embarazadas o no, con niños o sin ellos.                     

Aquellas generaciones fueron educadas bajo otras normas, calificadas de burguesas por el nuevo gobierno instaurado en 1959. En la patria nueva, “como la soñó Martí”, no había cabida para nada ajeno al modelo de la sociedad soviética, gulags incluidos. El “hombre nuevo” ha sido formado bajo otra escala de valores. La llamada moral socialista, que es en realidad la ley de la selva, o del sálvese quien pueda. 

Salvo las miserias, nada alcanza para todos, especialmente los asientos de los ómnibus. De ahí la necesidad de convertir en práctica cotidiana una frase validada por el régimen: ¡Lo mío primero!

Como el hombre nuevo no cree ni en velorio de chino, la Empresa de Ómnibus Urbanos (EOU) y la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (ACLIFIM), han decretado la designación de por lo menos un asiento para impedidos físicos por ómnibus.

Pero hay un pequeño problema. Como el que reclama el asiento, al lanzar el grito que da inicio a estas líneas, no aclara que se trata de un impedido físico, una sensación de incertidumbre siempre invade a la concurrencia, porque en Cuba todos somos impedidos.

El pueblo está impedido de viajar libremente al exterior, algo al alcance de cualquier terrícola que posea los motivos y medios para hacerlo. En nuestro país está impedido el acceso a Internet a quien no pertenezca a la nomenclatura, o de alguna manera sea un bendecido por el poder. Los ciudadanos están impedidos de ejercitar los derechos más elementales: pensar y hablar.

Demasiado extensa sería la enumeración de los impedimentos que atiborran al cubano. Conozca primero, analice después, y juzgue si no hay suficientes razones para afirmar que el nuestro es un país de impedidos y todos mereceríamos ese asiento.