La Ola

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Un grupo de bachilleres en el siglo XXI son cuestionados sobre la posibilidad del regreso de la autocracia a una nación, desarrollada y democrática. La respuesta negativa induce al pedagogo a demostrar lo fácil que es caer en las tendencias autocráticas.

Así arranca La ola, notable filme del director alemán Dennis Gansset, presente en La Habana durante la semana del cine alemán, y que circula por los bancos de video, ávido el público de un cine inteligente y polémico. Tan buen impacto sirvió para que el filme fuera calumniado por un erudito colega oficialista, que lo califico de filofascista en las páginas del diario Juventud Rebelde.

Mientras, varios cientos de copias piratas y memorias flash con el filme circulan por la ciudad de mano en mano.

Lo primero que pega de la obra es su montaje dinámico y contemporáneo, que permite asimilar la información psicológica y sociológica de la trama. La dirección de actores es sólida, sobre todo para manejar a los adolescentes que se interpretan a si mismos. De manera especial destaca el personaje del frágil Tim Stoltefus, interpretado por  Frederick Lau, la mejor actuación del filme, sin demeritar al actor Jurgen Vogel, en el rol del profesor Reiner.

El guión parte de una serie de experimentos realizados en universidades norteamericanas en la década de los sesenta, y ubica el argumento en la Alemania postmoderna, con los fetiches y traumas de las nuevas generaciones. Un ejemplo es el dialogo donde un turco-alemán olvida su relación con los desmanes de los nazis por ser descendiente de turcos.
Un profesor creativo -es improbable que fuera maestro emergente- tiene que impartir un curso sobre autocracia como forma de gobierno. Se resiste. Su forma de vivir, pensar y actuar es liberal. Vive en un barco, ve películas porno en internet, tiene una relación de responsabilidades compartidas con su mujer, también profesora.  Le cuesta trabajo explicar qué es una dictadura, hasta que logra un incentivo cuando se propone demostrar lo relativamente sencillo que es caer en manos de un dictador.

La obra también nos habla sobre los límites de la pedagogía. El profesor mueve conceptos sobre la experiencia política, al invitar a vivirla. Su propia ingenuidad al intentar que sus alumnos conozcan la autocracia en sus propias “camisas blancas”, comportamiento grupal y códigos gráficos, más allá de los manuales, lejos del pedante catecismo pedagógico, lo lleva a un desenlace nada feliz.

La ola es un filme sobre las debilidades y las fortalezas de la democracia. No es una obra excepcional. Luego de la unificación alemana, sus artistas miran a su pasado con honestidad.  Los títulos sobran. El diario de Sofía Schols, El noveno día, La vida de los otros. 

Si nuestros padres y abuelos la hubieran visto, en la primera mitad del siglo XX,  quizás ese otro filme, La revolución cubana, nunca se hubiera filmado.

aleagapesant@yahoo.es