I ESPAÑOL I ENGLISH I CONTACTO I ¿QUIÉNES SOMOS? I NOTICIAS POR E-MAIL
 
 
__________________________________________________

Conclusiones oficiales

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) -  Michael Labastida, conocido entre sus amigos como Mañi, vive con su madre bajo amenaza constante de derrumbe en una vieja cuartería (solar, ciudadela) en la calle 6, en el Vedado. El adolescente no sólo enfrenta a diario el riesgo de que las vigas del techo se desplomen sobre su cabeza, sino el que toda su vida se venga abajo.

No es un opositor al gobierno, ni delincuente; todo lo contrario. Sin embargo, es considerado oficialmente como un potencial peligro social. ¿Por qué? Mañi tuvo su primera confrontación con las autoridades cuando se negó a ir al servicio militar. Casi termina en la cárcel y tuvo que refugiarse en las casas de los vecinos cuando la policía militar lo buscaba. Su temperamento no era compatible con los cánones de los militares,  y tras varias discusiones y gestiones familiares consiguió quedar exento del servicio, pues necesitaba más dedicarse a contribuir a la economía doméstica que a perder el tiempo disparando balas de salva contra un enemigo invisible.

Con 18 años comenzó a trabajar en la tintorería Chantres, que por ese entonces brindaba servicios al Consejo de Estado y estaba incluida en el plan conocido como “batalla de ideas. Michael recibió ahí su segundo fogonazo, pues había sido criado honradamente, y no logró adaptarse a la idea de robar para compensar la paga deficiente.

Un ex militar, jefe de brigada, trató de utilizarlo como chivo expiatorio para cubrir un faltante de productos de limpieza y llegó a agredirlo verbal y físicamente; el joven reaccionó propinándole una paliza al sujeto. Posteriormente, el jefe lo agredió con un arma de fuego.

Como el escándalo vinculado con la sustracción de bienes estatales era tan evidente que podía estallar en cualquier momento y embarrar a muchos, el director del centro decidió apaciguar ánimos, impedir que se formularan denuncias y echó tierra sobre el asunto.


El joven quedó reivindicado, pero por temor a represalias decidió buscar otro trabajo. Tarea nada fácil, porque en la Isla solo cambia el modus operandi de robo en los centros laborales estatales; la honestidad es algo exótico.

Labastida consiguió una plaza de custodio nocturno en la óptica de Línea y 4; de esta forma tenía tiempo para dedicarse a sus estudios, estaba a una cuadra de su casa y de paso ya no tenía que lidiar con ningún tipo de ilegalidad, ni verle la cara a nadie. Puro infortunio; este centro laboral está dentro de una de las denominadas zona congeladas, y próximo a la vía donde residen y por donde transitan los principales dirigentes y sus familiares.

Tanta humildad llamó la atención del jefe del sector de la policía, quien decidió hacerle la guerra al muchacho, a través de una trabajadora nombrada Zaida.

Las autoridades decidieron catalogarlo como un potencial peligro social. Fue tanta la pujanza de ambos comisarios que no sólo lograron que Michael se viera obligado a pedir la baja, sino también la administradora que había salido en su defensa. Zaida se valió del ardid de que presuntamente Mañi no llegaba temprano al local, pero omitió que su propio hijo, quien se desempeña también como custodio de la entidad, pasa las guardias durmiendo en casa.

Michael intentó buscar otro trabajo, pero solo le ofrecían trabajar limpiando pisos, o en la agriculturas a decenas de kilómetros de su lugar de residencia.

Sin trabajo, con deficiente alimentación, una madre enferma, precisado a usar camisas de la era de Mao y zapatos remendados, cuando a los jóvenes de su edad les gusta estar a la moda, con una casa que amenaza con desplomarse y sin poder concentrarse en los estudios, Michel Labastida se ha ido degradando a niveles de miseria. La doctora asignada al área y el jefe de sector policial decidieron internarlo en el hospital psiquiátrico Mazorra. Dicen que se trató de suicidar.

Ayer vi a Mañi, venía de pase. De ser un joven alegre, vivaracho y extrovertido pasó a la introversión,  la mirada perdida y al andar catatónico con los brazos engarrotados; lo anterior presumiblemente por la acción de los medicamentos suministrados por los doctores.

Algunos vecinos comentan que le han dado varios electroshocks porque está loco. Entre sus amigos hay quienes aseguran que en realidad fue el divorcio entre el discurso bajo el que fue educado y la realidad lo que partió su cerebro en mil pedazos.

 
Escriba una palabra clave o el tema
que desee buscar en las noticias o artículos publicados en Cubanet en español, inglés o francés
desde 1994 hasta 2009
 

___
 
___
 
___
 
___

 
http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html ___

 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.