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Un gran humanista 

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - El 13 de julio se cumplió el primer aniversario de la muerte del profesor Bronislaw Geremek, en un accidente automovilístico, a los 77 años. Cuando se habla de este distinguido polaco de origen judío, se aprecia la historia de un hombre que dedicó su vida a amar a su patria y a luchar por la libertad y la democracia.

Nacido en Varsovia el 6 de marzo de 1932, sufrió los rigores de la persecución del régimen nazi. Su padre, rabino, murió en el campo de concentración de Auschwitz, y él, junto a su madre, estaba internado en el Ghetto de Varsovia, de donde pudo huir en 1943 con el auxilio de un católico que más tarde se convertiría en su padre adoptivo.

Como tantos otros jóvenes del bloque soviético y otras partes del mundo, cautivado por los cantos de sirena del comunismo, militó en la juventud comunista de Polonia hasta que, luego de los sucesos de Praga en 1968, se convenció de la estafa ideológica a la cual fue sometido. Debido a su brillantez como estudiante, las autoridades lo autorizaron a estudiar en la Universidad La Sorbona, de París, donde se graduó como historiador especializado en el Medioevo europeo, en particular, con énfasis en la vida de los pobres de esa época, a tal punto que llegó a ser profesor de esta materia en esa institución y otras de Francia.

Por su distanciamiento de la ideología comunista perdió los favores del régimen, lo cual no lo amilanó. Junto a otros intelectuales polacos se dedicó a la formación de la sociedad civil a través de “universidades volantes”, apoyados por la Iglesia Católica, que siempre ha jugado un papel importante en la historia polaca.

Al estallar en 1980 la huelga en los astilleros de Gdansk, se presentó allí con un llamamiento de apoyo a la lucha de los trabajadores suscrito por decenas de intelectuales. Desde entonces se convirtió en el asesor político “más astuto” de Lech Walesa, y fue cofundador del sindicato Solidaridad. Por su relevante actividad fue encarcelado y obligado a trabajar en las minas de carbón. A la salida del encierro continuó su incansable labor por la libertad de Polonia, pero siempre sin odio y con el sueño de unir a sus compatriotas.

Cuando en 1989 fueron a la mesa de negociación con el gobierno, fue un activo participante en el proceso que inicialmente no tenía una perspectiva clara, y podía constituir una estratagema del totalitarismo para ganar tiempo. No obstante,  Geremek persistió en esa línea política junto a sus destacados compañeros, y la vida le dio la razón; aunque todavía existen personas que tratan de ignorar la enseñanza de la historia y persisten en sus posiciones extremas, sin reconocer que la otra opción hubiera podido conducir a Polonia a una guerra civil.

Tras lograrse la liberación del yugo totalitario, Geremek fue diputado al Parlamento durante 12 años (1989-2001); y   como ministro de Relaciones Exteriores (1997-2000) firmó el ingreso de Polonia en la OTAN, creándose las condiciones para su posterior entrada en la Unión Europea. 

Al momento de su fallecimiento, era diputado del Parlamento Europeo, y miembro prominente del Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa. En sus últimos años de vida criticó a los elementos ultraconservadores en Polonia, de quienes recibió fuertes ataques.

Para los cubanos, el proceso polaco tiene gran significación. Aunque las condiciones no son las mismas, los principios y métodos seguidos por Solidaridad para alcanzar la libertad en Polonia e incidir en otros países del este europeo, son aplicables a nuestras condiciones. La incansable actividad del Profesor Geremek de crear una sociedad civil dentro del totalitarismo, utilizando las oportunidades posibles, es una experiencia básica para quienes luchamos por la libertad y la democracia. Al mismo tiempo, la actitud consecuente de este héroe pacífico polaco y sus compañeros de tener “la mente fría y el corazón ardiendo”, sin dejarse llevar por el odio, permitió la negociación  con el adversario que durante tantos años los persiguió.

Los resultados son alentadores: los polacos desarrollan su país en democracia, dejando atrás los rencores del pasado.  En esta monumental obra nunca podremos olvidar al académico Bronislaw Geremek, que con sus sueños y su tesón fue uno de sus grandes arquitectos. Llegará el día en que públicamente podamos realizarle un merecido homenaje en una Cuba libre y democrática.

 

 
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