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6 de enero de 2009
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Detrás de la fachada

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – La ideología seguirá liderando el curso histórico de la revolución cubana. No hay equívocos. Ese es el centro rector de todo el andamiaje de un proyecto que ha sabido preservarse de transformaciones de fondo. Usa nuevamente el barniz, la falsa expectativa, el disfraz de ocasión y una bolsa repleta de máscaras.

El diputado Alfredo Morales Cartaya, ministro de Trabajo y Seguridad Social fue enfático en su intervención ante el plenario de la II Sesión Ordinaria de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Pulsó la mismas cuerdas y entonó la retórica que la nomenclatura recicla y reparte a súbditos y consortes con el objetivo de recordar cuál es el curso de la historia mientras los viejos rostros de la nomenclatura continúen en cartelera.

Cartaya ha puesto en primer plano el éxito de su gestión. Gracias a una diligente implicación de él y otros funcionarios, la Ley de Seguridad Social ha sido asumida por la mayor parte de los trabajadores cubanos. Según dijo en su discurso, “algunos se opusieron a determinados cambios”, pero faltaron los números incómodos y el paso hacia la credibilidad. Prefirió traer a colación las estadísticas útiles para magnificar la “eficiencia” de las políticas del gobierno y las instituciones afines.

Lo importante es que a partir de ahora el aumento de las edades para acceder a la jubilación cuenta con un incuestionable respaldo popular y legal. La Asamblea no pierde la costumbre de la unanimidad, y el asunto quedó resuelto, listo para su aplicación tan pronto se ajusten los mecanismos ejecutivos y ciertos arreglillos con el propósito de vender la imagen de una estrecha coincidencia de los intereses del gobierno con los del pueblo.

Los hombres deberán aguardar hasta cumplidos los 65 años para jubilarse, anteriormente a los 60 podían hacerlo. En el caso de las mujeres el listón sube de 55 años a 60.

Ese es el dictamen final que obedece a motivaciones tales como la sombría combinación de la baja tasa de natalidad, el aumento de la esperanza de vida, los magros resultados en la productividad del trabajo, entre otros aspectos imposibles de corregir en plazos breves. Los analistas pronostican algunas soluciones tras el paso de una década. Esto, si se acometen una serie de reformulaciones teóricas y prácticas de carácter institucional. Esa no parece ser la intención. Los hechos hablan por sí solos.

En el cónclave también tomó parte Salvador Valdés Mesa, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Su intervención estuvo en el mismo tono. Volvió a la pormenorizada exposición del ciclo de asambleas efectuadas en los diversos centros de trabajo para crear conciencia alrededor de la referida Ley de Seguridad Social finalmente sancionada por el legislativo, sin reservas de ningún tipo.

Ambos funcionarios coincidieron en enfrentar el fenómeno de la vagancia, un estilo de vida que en Cuba tiene centenares de miles de adeptos. Lo que no especificaron ninguno de los dos son las causas que motivan la adopción de lo que muchos suelen calificar como parasitismo social. ¿Qué estímulo podría tener un joven para emplearse en una entidad estatal que como promedio paga al mes 21 dólares? Por otro lado, de forma recurrente, las autoridades significan que sin el crecimiento de la productividad es imposible valorizar en su justa medida la moneda nacional.

¿Cómo lograr esto sin un cambio estructural que contemple la legalización de la iniciativa individual en el mercado del trabajo? ¿Por qué proseguir sosteniendo empresas estatales irrentables  a costa  de un presupuesto cada vez más difícil de sostener? ¿Qué economía puede ser eficiente y funcional cuando su contabilidad depende del  alocado entrelazamiento de tres monedas diferentes, el dólar, el peso convertible y el peso cubano?

Morales Cartaya y Valdés Mesa cumplen con una tarea del partido comunista que en esencia es el verdadero rector de cuanto acontece en Cuba. Ese país artificial que diseñan a golpe de congresos y promesas es el que se asume como auténtico. Ellos Insisten en la utopía. 

oliverajorge75@yahoo.com

 

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