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1 de enero de 200
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Ciclones y desengaños

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - El 24 de diciembre, en la cárcel de Canaleta, Ciego de Ávila, el prisionero de conciencia Adolfo Fernández tuvo la oportunidad de comulgar  ante un sacerdote. Hecho extraordinario en sus cinco años de prisionero. Previamente había realizado huelgas de hambre y acciones de resistencia cívica ante los abusos de las autoridades.

El año 2008 terminó sin que se cumplieran las expectativas que generó para la nación y para la situación de Adolfo y otros presos políticos y de conciencia.

Las expectativas de modernización se abrieron con “la guerra de los emails”, a principio de 2007, que vaticinó una apertura informativa y la limitación de la censura. Luego, el discurso de Raúl Castro del 26 de julio despertó esperanzas de que se produjeran “cambios estructurales”.

La ciudadanía esperaba una tendencia a la modernización del sistema económico, la propiedad de la tierra y los medios de producción; libertad para viajar al extranjero, búsqueda de la paridad monetaria, fortalecimiento del mercado libre y aumento de la inversión foránea sobre la base de nuevas oportunidades.

Los demócratas centraban sus esperanzas en la liberación de los presos políticos y de conciencia Esperaban flexibilidad y más permisibilidad de la policía política ante las acciones de desobediencia cívica, debido a la firma y ratificación de los tratados de los derechos sociales, políticos y culturales de la ONU.

La luz apareció al final del túnel, cuando un audaz estudiante universitario puso en ridículo a Ricardo Alarcón en un video filtrado clandestinamente que circuló en Internet; se reafirmó con la autorización de acceso a teléfonos celulares, hoteles y renta de autos a los ciudadanos cubanos, y tomó visos de delirio cuando Fidel Castro “renuncio” a ser nominado Presidente de los Consejos de Estado y Ministros.

Pero, como dice una popular canción, “hasta ahí las clases”.

La elección de la Asamblea Nacional, el gobierno, el Presidente y el asesor del Presidente del Consejo de Estado hicieron temblar los sueños. El abogado René Gómez Manzano calificó la situación de “gatopardismo”. Referencia a la novela de Lampedusa, El Gatopardo, donde las cosas “cambian para que todo siga igual”.

Los jóvenes “talibanes” del Grupo de Coordinación y Apoyo al Comandante fueron sustituidos por los nuevos miembros del Secretariado, afines al Primer Vicepresidente  José Ramón Machado. Sus acciones y retórica conservadora marcaron la tendencia al secuestro y paralización del incipiente proceso de modernización. 

La posibilidad de la unidad monetaria desapareció de las preocupaciones del poder político, así como la eliminación de la tarjeta blanca (permiso) para que los cubanos puedan viajar al extranjero, la entrega de tierras en propiedad, la legalización de poseer medios de producción y otras libertades económicas.

No contenta, la ortodoxia comunista implementó constantes persecuciones contra el mercado libre, los rastreadores de basuras y los mendigos. Se creó una situación de inquietud  social, truncada por el paso de tres huracanes en el segundo semestre, que sirvieron como pretexto para aumentar la represión sobre los productores independientes so pretexto de combatir la especulación.

Los demócratas opositores de la isla sufrieron igual desengaño que el resto de la población. La mayoría de los presos políticos y de conciencia se mantienen tras las rejas.
Lo único nuevo  en el frustrante escenario del año que comienza es el aparente regreso del ex mandatario, arropado en sus Reflexiones, mientras observa la caída de dos de sus jóvenes compinches Carlos Valenciaga y Hassan Pérez.

 

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