Bellas feas en la televisión

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Siempre me pareció muy bien que Greta Garbo y Marlene Dietrich, actrices que aportaron los rostros más bellos al cine del siglo pasado, se despidieran de cámaras y periodistas, apartándose de toda publicidad, antes de envejecer.  Lo contrario es caer en bufonadas. Ni tintes en el pelo, ni lentejuelas o productos en la cara logran darle lozanía a un rostro viejo de mujer, por muy bello que haya sido.  

Con frecuencia, en la televisión cubana pueden verse ciertas máscaras pertenecientes a algunas pocas de nuestras más famosas mujeres –una gran mayoría vive o ha muerto en el exilio- bien pasaditas de años, exageradamente maquilladas, bien peinados sus mustios y largos cabellos y hasta con cierto rancio aire de sensualidad en sus inescrutables sonrisas, convertidas lamentablemente en caricaturas vivientes.  

Como insisten en ser mujeres públicas, a pesar de ser octogenarias, me permito citar nombres para que se tenga una idea de lo lacrimoso del asunto.  

La ex bailarina Alicia Alonso, más una máscara que un rostro humano, continúa luciendo a su llegada al aeropuerto de La Habana a su joven esposo; la poetisa Carilda Oliver Labra, exhibe sus enmarañados cabellos crespos sobre los hombros descubiertos, sus poses juveniles y una ancianidad que duele a quienes la quisimos de veras; Olga Navarro, declamadora y autora de varias canciones, hace unos días nos hizo saber en la televisión que todavía tiene mucho más que contarnos. ¿Qué será? ¿Un nuevo amor? ¿Un nuevo look con silicona?

¿Y qué decir de la famosa vedette doña Rosa Fornés, que finalmente ya no se empeña en cantar en la pantalla chica, se la ve poco, tal vez casi conforme con el final de su excelente carrera?  

Pero hay una excepción que vale la pena mencionar. Muchos recordamos el rostro de Odalys Fuentes, anunciando marcas de cigarrillos en los años cincuenta. Bellísimo rostro de mujer. Odalys es una de las pocas que luce su figura, como buena actriz, tal y como la llevan los años, de forma natural, sin artificio alguno. Para ella, felicidades.  

Sólo los seres con gran talento logran llegar a viejos sin caer en el ridículo y provocar la burla o, lo que es peor, la conmiseración.