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26 de septiembre de 2008
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Los dilemas del General  

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Al tiempo que la caótica economía cubana empeora debido al azote de los huracanes Gustav y Ike, la situación política  se deteriora sustancialmente. El margen de maniobra del gobierno se ha constreñido, al disminuir su crédito político por aumentar a niveles nunca vistos el disgusto popular.  

El discurso de Raúl Casto el 26 de julio pasado constituyó un duro golpe a las aspiraciones de cambio generadas con su intervención el año anterior, por el  regreso a las concepciones tradicionales y sin mención alguna a los prometidos cambios, creando una generalizada frustración.  Sensación reforzada por su inexplicable ausencia pública durante los días posteriores al desastre provocado por el azote de los huracanes.  

Debe tenerse en cuenta que el pueblo ha soportado casi 20 años de crisis profunda, el llamado Período Especial, después de haberse perdidos las subvenciones de la Unión Soviética y los países de Europa del Este,  y que los cambios anunciados por el General Raúl Castro no se han ejecutado. 

El Decreto-Ley 259 para la entrega de tierras en usufructo, aunque podría arrojar algunos beneficios, por sus limitaciones y evidentes intenciones de mantener el rígido control sobre los campesinos, será difícil que desate los nudos que han impedido utilizar las grandes reservas de producción del campo cubano. 

A medida que pase el tiempo, el disgusto podría incrementarse. Hasta personas muy vinculadas al gobierno han señalado sus temores en ese sentido. Es el caso del pintor Kcho, quien en carta dirigida a Fidel Castro, acerca de la situación en Isla de la Juventud después del paso del huracán Gustav, señaló: “La moral está alta, pero eso no va a ser eterno. En los próximos días va a haber que dar solución a algunas cosas. Actualmente el territorio es un teatro de operaciones militares en una tregua, con la gente todavía alegre porque salvaron sus vidas, no pensando todavía mucho en la pérdida de sus pertenencias, tratando de salvar lo que les quedó, viendo como se ajustan a esa nueva condición, pero con el transcurso de los días la moral de la gente puede decaer y llegar a la depresión”. 

La situación seguramente se repite en zonas tan devastadas, o más, que Isla de la Juventud, sobre todo en las anteriormente ya más pobres provincias orientales y en Pinar del Río. Por ello, no puede descartarse, si no se toman medidas urgentes, posibles convulsiones sociales y la estampida  hacia Estados Unidos de personas desesperadas por el hambre y las necesidades. 

Hoy, el General está ante la disyuntiva de dar pasos efectivos y dejar atrás el inmovilismo, distanciándose de los factores que tienen entrampado el proceso de cambios que con urgencia necesita Cuba.  La situación era crítica antes de los dos huracanes, actualmente es desesperada. Es necesario desembarazarse de los prejuicios que impiden recibir la asistencia internacional y reconocer que si el gobierno ha sido incapaz de ayudar a restituir viviendas perdidas desde 2001, como señala Kcho en su carta, será imposible enfrentar la reposición completa o parcial de medio millón de moradas ahora, además de los colosales destrozos habidos en la agricultura y otras áreas determinantes de la economía.  

Resulta indispensable construir puentes con todo aquel que pueda ayudar. En primer lugar la Unión Europea, la comunidad cubana en el exterior y los Estados Unidos. Debe aprovecharse que en ese país ha surgido una corriente política con personalidades más realistas hacia La Habana, e incluso entre los cubano-americanos surgen numerosas voces con sentido común e ideas sensatas. Esta tragedia pudiera hoy servir a la creación de un frente común de todos los cubanos de buena voluntad para sacar a Cuba del marasmo en que se encuentra por encima de diferencias ideológicas. La grave situación nacional exige dejar atrás el pasado y mirar hacia adelante, apartando agravios e infecundos prejuicios.  

Es necesaria la adopción de cambios que con urgencia necesita la economía y toda la sociedad cubana. La entrega en usufructo de tierras pudiera ser un primer paso para la liberación de las fuerzas productivas en el campo, si se dejan a un lado las limitaciones del Decreto-Ley 259. Asimismo deben crearse bases legales más amplias para el trabajo por cuenta propia, y permitir que los cubanos puedan tener empresas pequeñas y medianas (PYMES) sobre todo en la esfera de la construcción. 

De igual modo, teniendo en consideración que la economía cubana está descapitalizada por casi 20 años de niveles de inversión insuficientes hasta para garantizar su reproducción simple, es indispensable que se facilite la inversión extranjera en condiciones de beneficio mutuo. 

La situación es muy grave. La desesperación de los pueblos puede tener efectos muy negativos. El estado de indefensión y pérdida de autoestima y fe en el futuro de los ciudadanos lesiona la reafirmación patriótica, con consecuencias imprevisibles para el destino nacional. Quien por soberbia y obcecación sea incapaz de comprenderlo y no actúe como lo demanda el delicado momento actual será severamente juzgado por las posteriores generaciones de cubanos.

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