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23 de septiembre de 2008
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El castrismo quiere comprar a crédito 

Oscar Mario González 

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Tan pronto el ciclón Ike abandonaba nuestras costas el gobierno norteamericano, por intermedio del secretario asistente de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, ofrecía su ayuda humanitaria con vistas a paliar la dramática situación derivada del azote del huracán.

Con igual celeridad el gobierno de la Isla hacía pública una declaración a través de su cancillería, en la que se rechazaba el ofrecimiento estadounidense, y solicitaba al gobierno americano “que permita la venta a Cuba de materiales indispensables y suspenda las restricciones que impiden a las compañías norteamericanas ofrecer créditos comerciales privados a nuestro país para comprar alimentos en los Estados Unidos”. Esta respuesta del régimen cubano, traducida al lenguaje común y corriente, equivale a la solicitud de un permiso al gobierno norteamericano para poder comprar a crédito a las empresas de ese país.

El asunto no parecería tener nada extraordinario, si se tiene en cuenta que la forma crediticia es común para el desarrollo del comercio internacional moderno. Mas, tratándose de Cuba, cuyo gobierno le debe a María Santísima y está empeñado con las once mil vírgenes, el tema adquiere otra connotación.

Para que se tenga una idea del grado de endeudamiento que tiene Cuba con el resto del mundo basta decir que en 2004 debía más de trece billones (13.288) a 23 países. Ello sin contar lo adeudado a los países del ex campo socialista, Rusia Rumania, Hungría y Polonia.

Entre estos últimos la deuda con Rusia, heredada de la ex Unión Soviética y calculada en rublos transferibles equivale, ella solita, a 20 848 billones. En fin, la deuda externa de Cuba está rondando los 35 billones de dólares. Y decimos de Cuba porque, lamentablemente, la nación pos totalitaria no podrá desconocer esta realidad. Si usted quiere, en este mundo de hoy, pertenecer al concierto de las naciones decentes y gozar de respeto y credibilidad financiera, tiene que ser buena paga. No queda otro remedio.

Teniendo en cuenta lo anterior veo bien difícil que los americanos –que no tienen un pelo de bobos-, vayan a caer en la trampa que les tienden desde la Isla. Tal y como dijo el Secretario del Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, el ofrecimiento de ayuda es un tema ocasional y exclusivo que en nada se relaciona con el embargo, los créditos o cualquier otro asunto.

Pero claro está, y en ello la defensa es permitida, el régimen cubano, que siempre está “a la que se cae” y se agarra de cualquier “clavo encendío”, ve la ocasión para meter la cuña del “bloqueo” y de la posible compra al fiado.

Debajo de toda esta tramoya llena de sutilezas, rodeos, tecnicismos y triquiñuelas, está un pueblo que ronda la desesperación. Un pueblo que necesita  ayuda urgente; venga de donde venga siempre que calme la angustia que provoca la impotencia y la desolación.

Esos que lo perdieron todo no son capaces de pensar en otra cosa que no sea la supervivencia. Quienes frenen o impidan la ayuda a los damnificados violan el elemental derecho a la vida de seres indefensos; la urgencia y el dolor están por encima de cualquier interés político o precepto ideológico.

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