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17 de septiembre de 2008
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Soluciones de trapo  

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press 

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - La solución siempre es posible. No hay obstáculos insalvables, ni tareas que sepulten el éxito. Basta pasar la vista por la prensa oficial (la única autorizada) para quedar convencido de que Cuba es un pilar de la buena gestión y el país mejor preparado frente  a los desafíos.

Entre párrafo y párrafo se divisa un presente de envidiable factura. Todo marcha por los carriles de la impecabilidad. Se precipita un aguacero triunfalista que deja boquiabiertos a los ingenuos y con una mueca de rechazo a quienes se conocen de memoria la dramaturgia. Es el montaje de ocasión. La misma cantaleta que detalla los planos de otra aventura con exuberantes héroes y final feliz.

Bastaron dos huracanes y una tormenta tropical para que emergiera, entre chozas destrozadas, gente con las esperanzas todavía húmedas y sembradíos borrados del mapa, la clásica secuencia de promesas, soluciones relámpago y la adecuada profecía de un futuro tan luminoso como el arco iris.  

No hay espacio para pronósticos que avalen la imposibilidad de una recuperación a corto plazo. Lo que se vislumbra en la prensa es el tono que oscila entre lo meramente teatral hasta alcanzar el nicho de la política. Mucha fanfarria traducida en derroche de esfuerzos, planes de contingencia y toda una estrategia de relaciones públicas con el propósito de convertir los reveses en victorias.

En consonancia con el perfil triunfalista se anunció la entrada en vigor de los decretos-ley 259 y 282 que “autorizan e implementan la entrega de tierras en usufructo a personas jurídicas o naturales, a partir del uso racional y sostenible”. Sobre esos pilares se coloca la idea de incentivar la producción de alimentos.

Antes que los campesinos tengan la autorización para emprender sus labores, se respira entre los vericuetos de la noticia el aire exaltador y concluyente de jefes y escribanos. Todos (mejor dicho, ellos), dan por hecho el salto en la productividad, el espectacular ensanchamiento de los márgenes de la eficiencia.

En poco tiempo se invertirá una realidad que obliga al sobresalto: Cuba debe comprar en el exterior el 85% de de los alimentos que consume. Eso se debería acabar con la inminente invasión de trabajadores agrícolas hacia el campo, listos a cerrar un capítulo de desabastecimiento, negligencias y endebles parámetros de calidad.

¿A qué precios les venderán tanto los implementos agrícolas como los insumos a quiénes se alisten en la contienda contra el hambre nuestra de cada día? ¿Hay en estos momentos suficientes existencias como para satisfacer tales demandas? ¿Qué pasará con la monumental red de instancias burocráticas con sus puntuales interferencias a la cadena de producción?

Son demasiadas las interrogantes sin una clara respuesta. Presumo que sin una titularidad y el marco jurídico que subraye las garantías de no ser expropiado impunemente, muchos campesinos rehusarán morder el anzuelo.

A pesar de las experiencias negativas es posible que en los primeros meses haya una avalancha de peticiones para acceder a la promocionada entrega de tierras.
Habría que ver en la práctica cómo suceden las cosas. La euforia suele apagarse muy rápido. El entorno pervierte y enajena. A la postre todo se diluye en discursos y cumplidos.

El desabastecimiento de productos del agro, las carencias nutricionales, entre otros desaguisados del centralismo burocrático, son eslabones de la crisis estructural. Puede asegurarse que seguiremos soportando la escasez, los deseos insatisfechos de comer lo que apetezcamos y las limitaciones a la hora de alimentarnos decentemente tres veces al día. ¿Hay algo más parecido al hambre? 

oliverajorge75@yahoo.com 

 

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