Aceites prohibidos

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	11 de septiembre de 2008

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Aceites prohibidos

Tico Morales, APLA

CIEGO DE ÁVILA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - De las cosas que diariamente ocurren en Cuba bien pudieran los tracatanes del régimen hacer un libro sobre sus propios desastres.

El combinado cárnico de Morón Arley Sánchez, unidad de referencia nacional en producciones y variedades cárnicas, especialmente para el sector del turismo, con su estandarte de vanguardia nacional, y bajo el nombre de Oro Rojo, es hoy el centro de las mayores polémicas en esta ciudad.

Sitiado constantemente por centenares de personas que viven del tráfico ilegal de carne en contubernio con los trabajadores del centro (única forma en que llega a la población que mira el mercado negro como algo sagrado en una ciudad de 70 mil habitantes), vive ahora otro de sus
desastres internos.

Ocurrió en la unidad empacadora de embutidos, cuando un tanque de aceite comestible se abrió accidentalmente derramando más de 100 galones que se esfumaron por tragantes y alcantarillas ante la mirada de los obreros, quienes momentos antes pidieron a la administración del centro dejarles aprovechar un poco de aceite para su consumo personal, recibiendo un no rotundo como respuesta.

Ante el enfado de los trabajadores, agentes de la policía , del Departamento Técnico de Investigaciones, y miembros del gobierno municipal fueron llamados de inmediato. Tomaron fotografías y se iniciaron las investigaciones bajo las miradas de desaprobación de los empleados que vieron escurrirse las últimas gotas de aceite, que sólo puede ser adquirido libremente en las tiendas recaudadoras de divisas a 2,30 CUC (unos 115 pesos cubanos) el litro. El salario promedio mensual en la planta es de 275 pesos.

Para más, los ánimos se caldearon cuando varios obreros fueron detenidos como sospechosos de sabotaje, ya que sus compañeros presentes en el lugar lanzaron frases contra las autoridades, quienes respondieron con la amenaza de llevárselos a todos si no reinaba la calma, algo que según testigos quedó solo en palabras, ya que los protestantes no se acallaron hasta que las autoridades abandonaron el lugar.