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24 de octubre de 2008
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Paradojas

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) -  La impotencia de cientos de cubanos ante las contradicciones que viven, podría ser motivo de risas si no fuera por el sufrimiento que acarrean. Viendo la absurda y desesperante situación, en ocasiones vienen a la mente las palabras de Virgilio Piñera: “Las malditas circunstancias del agua por todas partes”.

Un inmueble, situado en la intersección de las calles Línea y 4 en el Vedado, sufrió los embates de los huracanes Gustav e Ike. Un balcón se desplomó y los restantes penden amenazantes sobre la calle. Caen diariamente pedazos de la estructura y los propios vecinos han colocado una cinta plástica para delimitar el área y evitar así accidentes fatales.

Los habitantes del inmueble no son opositores al sistema, ni delincuentes; son obreros que viven hacinados. Protestan ante los organismos correspondientes, pero sus denuncias caen en saco roto. Estos hombres y mujeres han pedido a las autoridades durante más de veinte años que reparen sus hogares, que están en pésimas condiciones, y ofrecen un solo argumento: sus vidas corren peligro.

Los funcionarios del régimen esgrimen otro: el edificio no se puede reparar porque es patrimonio arquitectónico-cultural y está bajo la jurisdicción de la Oficina del Historiador de la Ciudad, entidad que responde al Consejo de Estado. Debido a esta disposición, parece ser que los habitantes del inmueble deben esperar con paciencia a que el patrimonio les caiga sobre sus cabezas.

La gran sorpresa de los vecinos fue despertar hace varios días y descubrir que las autoridades habían enviado una brigada estatal a emprender la reparación capital de un inmueble contiguo que no tenía daños considerables antes del pasó de los meteoros, ni fue afectado por éstos. 

Por otra parte, en la Calle A, entre 3ra y 5ta, la habitación de una cuartería está a punto de derrumbarse. El techo amenaza con caerse en cualquier momento. Allí convive un matrimonio y una anciana nonagenaria. El matrimonio que allí vive perdió recientemente a su hijo de ocho años, Yroel Hernández,  en un accidente presuntamente causado por la irresponsabilidad de la Empresa Eléctrica. El niño se electrocutó en la acera, al hacer contacto con un cable caído del tendido eléctrico que, a pesar de haber sido reportado en diversas oportunidades, no había sido reparado dicha la empresa.
El padre de familia dijo a este reportero que varias entidades gubernamentales le han prometido ayuda, pero nadie ha hecho nada hasta el momento.

Paradójicamente, a dos cuadras de allí, una casa perteneciente al Ministerio del Interior se reconstruye con bombos y platillos.

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