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17 de octubre de 2008
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Artes y mañas de Pablito 

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Pablo Ambrosio Guzmán Pérez, conocido popularmente como Pablito, es el mecánico electrónico de mayor clientela de Jaimanitas.

Aunque Pablito arregla toda clase de equipos, llévelo quien lo lleve, trabaja principalmente con la población de bajos recursos, que lucha por mantener con vida la arcaica tecnología del antiguo campo socialista.

Pablito estudió 4 años en la desparecida Unión Soviética. Su casa se ha llenado de tarecos que guarda para utilizar como piezas de repuesto, por lo que se dificulta enormemente caminar hasta la cocina entre las estibas de radios, lavadoras y televisores rusos inservibles.

Su afición por la bebida lo  convierte en un mecánico sui géneris, pues para cada arreglo Pablito tiene un precio fijo: veinte pesos, que es lo que vale la botella de ron Crispín, fabricado por un vecino.

Otra característica del personaje es el extraño diagnóstico que utiliza para todas las roturas: “Esta lavadora tiene reactancia, y el ventilador, lo mismo, reactancia”.  Dice que fue el presidente Gorbachov quien le enseñó a detectarla y combatirla.

Como en Jaimanitas no existe un taller estatal para arreglar los equipos electrónicos defectuosos, Pablito cuenta con una clientela garantizada. Cuando amanece ya está sentado en el portal de su casa con el voltímetro y el cautín listos, esperando a los clientes con sus viejos aparatos rotos, que él echando mano a las soluciones más disparatadas que se puedan concebir.

Una vez llegó un administrador de gastronomía con un viejo tocadiscos ruso marca Ilga y Pablito dejó el artefacto varias horas bajo el sol. Dijo que era necesario que los rayos ultravioletas “desionizaran” los circuitos. Otro día inyectó a un televisor ruso Krim 218 con petróleo, según él para que el aparato se sintonizara con los precios actuales.

Pablito es el menor de dos hijos del matrimonio de Lázaro y Justa, dos viejos comunistas jubilados, que hubieran muerto de hambre si Pablito no destinara los ingresos de su casa-taller a la sobrevivencia de su familia. Su hermano mayor es médico internacionalista, siempre está viajando y no tiene tiempo de atender a la familia.

Intrigado por sus extraños diagnósticos y la rapidez con que arregla los viejos tarecos, le pregunté si lo suyo era casualidad o sabiduría.

-Es sencillo, los rusos eran tan desconfiados que a todo lo que construían le añadían un sistema adicional de reserva. Eso lo sabe muy poca gente. De aquel curso en la Unión Soviética quedamos muy pocos. A los técnicos actuales solamente les interesa arreglar computadoras, DVD y equipos de música de tecnología avanzada; no se aventuran con los aparatos viejos del campo socialista. Yo no arreglo ninguna rotura, sólo activo el sistema de reserva y el equipo queda listo. Gorbachov me enseñó a combatir la reactancia, y te confieso, se gana plata, rápido y al seguro. 

 

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