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15 de octubre de 2008
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Cómo ganarse un boleto a La Confianza

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Para ganarse la confianza de las autoridades en la provincia Granma no es necesario ser honesto, trabajador; ni siquiera posar de extravagante (por incorruptible) revolucionario.

Quienes deseen integrar el selecto club de hombres y mujeres de la granja La Confianza, sólo tienen que desviar recursos estatales o vender maní, pantalones, pescado, mantequilla, guayaba, y cuánto comestible ande suelto por la ciudad.
Tanto su comercialización en la bolsa negra como la simple propuesta o pensamiento de vender estos productos lo convertirá ipso facto en un hombre apto para ir a dar a La Confianza, con juicio y sentencia sumarísimos realizados en aceras o parques de Bayamo, Cauto Cristo, Manzanillo o Guisa.

Para captar a cientos de personas que según las autoridades granmenses merecen La Confianza, al cuerpo de inspectores, policías, trompetas, chivaticos jaraneros y vigilantes frente al mar, tras una puerta o encima de la azotea, les asignaron 212 efectivos de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en ese territorio.
Luego de varios operativos policiales fueron detenidas decenas de personas que ameritan pasar una temporada en La Confianza, con especial énfasis en la captación de los señores-bandidos (como los llaman las autoridades) Miguel Ángel Cabezas Tamayo y Felipe Díaz Almeida.

A Miguel Ángel le ocuparon 233 tubos de pasta dental Perla, 12 audífonos, y accesorios de bicicleta. Fue condenado por el Tribunal Popular de Bayamo a un año de privación de libertad y a otro de trabajo correccional en La Confianza, cosechando boniatos y alimentando a los cerdos destinados al consumo de los internados.

Por su parte, a Felipe Díaz le decomisaron 132 jabones de baño (dos cajas), y mil bolsas de nylon. Lo sancionaron a siete meses de privación de libertad en el mismo sitio. Además, cuando cumpla su condena, no podrá, durante tres años, entrar sin autorización en una tienda recaudadora de divisas.

Cuídense de La Confianza los que gustan de las ventas, los desvíos y las especulaciones dudosas. O de soplarse la nariz en la vía pública luego del paso de los huracanes por la Isla. Todo puede suceder.

Infelices los negros que no tengan paciencia para sacar del bolsillo y mostrar el carné de identidad cuando atraviesan el bulevar de San Rafael con un paquete en la mano. Allá los blancos, que se pasean bolsa en mano por los alrededores de las Galerías Paseo.
Y ni hablar del guajiro que se baja del tren lleno de cajas en una capital cuyas autoridades, con o sin ciclón, presumen que todo negro en el bulevar, blanco con bolsa, y cualquiera que desembarque en la estación de ferrocarril habanera, serían dignos huéspedes de La Confianza.

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