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26 de noviembre de 2008
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Las voces de la diferencia

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Desde el cinco de noviembre tengo una esperanza. La noche de la víspera entre susto y alegría comprobé una vez más el poder de la fuerza de las ideas. Claro está, las ideas de democracia, libertad, justicia y reconocimiento y consideración para todos por igual.

Pocas veces he sentido tal estremecimiento al leer un discurso tan valiente en defensa del mejor humanismo. Aquel que la especie humana persigue y que testimonian los textos más antiguos.  Al recorrer con ojos sorprendidos los cuatro primeros párrafos del texto del discurso pronunciado en Chicago del recién electo Presidente Barack Obama, supe que guardaría ese documento para siempre.

Por primera vez en mi vida leí un texto de proclamación de victoria electoral que aludiera a todos los ciudadanos con singular respeto a sus diferencias. Mejor aún, cuando a partir de la consideración respetuosa de la pertinencia de sus individualidades, revelara la vocación de unidad que hace de un país una gran nación.

Al destacar el poder que la unidad de las voces confiere a la persecución de un objetivo concreto, espantó de una sola vez cualquier miedo a que el tiempo siguiera estancado en la noria de la rutina política.

Tengo prácticamente la mitad de los años de Ann Nixon Cooper, ciudadana de Atlanta. Pero comparto con ella, por encima de la diferencia generacional,  la misma fe en que “Sí podemos”. Con esa misma fe, espero un cambio.

Allá y aquí. Sin olvidar que los de aquí somos quienes decidimos el destino común que marca nuestra insularidad. Sin olvidar la vocación de abrirse al mundo de los habitantes de una isla a la que se rebautizó tan temprano como Llave del Golfo.

Porque habrá quienes puedan negar la idea, más no borrar la realidad de que el mundo se ha hecho más pequeño gracias a la interconexión mediante los adelantos tecnológicos y científicos. Asimismo, las personas que lo habitamos somos más cercanas. Tanto y  más cuando los muros que nos separaban en razas  se han derrumbado a golpe de ADN y reconocemos que el género humano es uno solo a pesar de las diferencias.

A partir de ellas se enrumbará posiblemente la próxima etapa de ese largo proceso de la verdadera liberación de mujeres y hombres, ancianos, adultos, jóvenes y niños. La eliminación de nuestros propios miedos nos hará más libres. Entonces podremos felicitarnos  por haber comenzado a vivir la real Historia del Hombre.

 

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