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20 de noviembre de 2008
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La escritura de la ciudad

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - El grafiti, signo anónimo dibujado en las paredes de los edificios, muros, etc., viene del latín graphiti. Los grafiti, producto de cierta sub cultura urbana, transmiten el deseo de reconocimiento de sujetos, empujados por grupos hegemónicos de la sociedad a ocupar un lugar secundario en la misma.

En la Habana se encuentran muestras, pero no abundan. En las paredes de algunos edificios han pintado, de  acuerdo con las autoridades, diseños con letras burbujas y también en Wild Style, en los cuales el entrelazado de las letras complica la composición.

A principios de los 80, en Cuba hubo un movimiento renovador en las artes plásticas muy particular. Se produjo una tendencia a  aprovechar el espacio callejero para reflejar lo que se dio en llamar “el arte calle”, protagonizado por un grupo de jóvenes pintores. Pero no  contó con suficiente apoyo de las autoridades culturales.

Después de 2000 revivieron aquellas formas de  “arte calle” y aparecieron en ciertos barrios habaneros murales con diseño de letras burbujas para rellenar espacios vacíos en los muros de algunas edificaciones. Estos diseños contribuyen a darle colorido a la ciudad. No obstante, las autoridades no han proseguido con esa proyección, quizás por falta de recursos materiales o indiferencia.

Particularmente, las paredes habaneras han servido como páginas inmensas para proyectar la escritura de la ciudad hecha por sus habitantes. Una escritura anónima que refleja las inquietudes de los sujetos que la producen. Tradicionalmente, en algunas zonas de los barrios marginales se podían observar  signos religiosos o marcas de los “juegos”  de  ñáñigos y signos de los usados por los “abakuás” para comunicarse.

Por otro lado, la impronta del reconocimiento individual propia del humano,  produjo una estela de nombres en las paredes  de la ciudad, cuyo ejemplo más célebre fue el del desaparecido “Chori”. Además, otros espacios en muros se emplean como  soporte de mensajes particulares. En algunos de ellos hay una especie de intercambio a partir de mensajes llenos de alusiones que solamente conocen los interesados. Una de sus características es llamar la atención de los transeúntes anónimos o de un destinatario particular.

Así, en correspondencia, el lenguaje empleado es absolutamente  privado, y se aleja de los convencionalismos lingüísticos y culturales usados frecuentemente por la mayoría de la población.

De esta manera, la ciudad nos habla y transmite las inquietudes de sus habitantes mediante una escritura que se distancia de los carteles que sirven de soporte al discurso oficial.

 

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