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19 de noviembre de 2008
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El cordón de La Habana

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Quién sabe por dónde le vino el nombre al engendro, si por la vía que relaciona al feto por la placenta, o por la divisa militar que sirve de distintivo y que los militares llevan sujeta a la hombrera. Pero lo cierto es que se llamó Cordón de La Habana, y no era otra cosa que una línea alrededor de la capital cubana, representada por la siembra de millones de posturas de café a lo largo de cientos de caballerías de tierra.  

Un vecino que gusta de guardar objetos, como una vieja botella de Coca-Cola, pomos de productos casi olvidados, de perfumes antiguos y hasta periódicos de hace cincuenta años, me obsequió el otro día algunas páginas del periódico El Mundo, del miércoles 3 de enero de 1968. Al diario independiente, el único que quedaba con vida, lo desaparecieron del mapa poco tiempo después.   

Lo curioso de estas páginas está en una amplia información relacionada con el Cordón de La Habana. Ese miércoles Fidel Castro trabajó durante dos horas en una zona de la periferia de la capital, mientras expresaba a los periodistas extranjeros y cubanos que le seguían que en un período de un mes y medio se sembrarían todas las posturas de café.

El famoso Cordón de La Habana, que tuvo hasta una emisora radial del mismo nombre, y también desaparecida, divulgaba la noticia cada media hora en boca del líder cubano. 

Pero se equivocó el Comandante. El café sembrado en el Cordón de La Habana lo hizo quedar mal. No crecía rápido como dijo, ni resistía bien el sol, como aseguró. Mucho menos entró en producción al año siguiente, como había prometido. 

Cualquiera se paraliza de asombro, porque también el Comandante anunció ese día que se sembraría gandul en la misma hilera de café, cada tres metros aproximadamente, así como mil caballerías de cítricos, aguacate, mango, mamey, zapote mexicano, henequén y flores. De todo como en botica.  

Por último, recalcó que no sólo se tendría café para las necesidades del consumo nacional, sino también para la exportación. “Nos vamos a convertir en una potencia cafetalera, además de ser una potencia azucarera”, expresó. 

Pero eso no era todo. También las tierras más bajas, próximas al mar, se utilizarían para cultivar arroz. Por lo menos mil caballerías.  

La Habana, con el paso de los años, se quedó sin nada. O mejor dicho, carece de todo. Fue y sigue siendo la capital más pobre de Latinoamérica, tal vez con excepción de Port au Prince, y habría que ver. Ni café, ni queso, ni mantequilla y mucho menos leche. El Cordón de La Habana, del que ya nadie se acuerda, se desmerengó mucho antes que el comunismo en Europa. Como diría el poeta Blas de Otero: Aquí no queda ni Dios, / lo asesinaron.

 

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