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17 de noviembre de 2008
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¡Fusilaron al Puma!

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – Cuando un grupo de habaneros entramos en la tienda Fin de Siglo, en el bulevar San Rafael, sitio donde trabajan ahora los artesanos de la antigua feria del Malecón, escuchamos, alarmados:
-¡Fusilaron al Puma! 

Del asombro pasamos a la admiración. Los artesanos han puesto a la venta varios tipos  de calzado, copias idénticas de reconocidas marcas como Puma, Adidas,

Nike, a precios que oscilan entre los 15 y 35 CUC (12 y 28 USD). En cualquier tienda recaudadora de divisas un par de zapatos de cualquiera de estas marcas cuesta alrededor de 150 CUC (180 USD). La diferencia en los precios es muy significativa si se tiene en cuenta que el salario promedio de un trabajador cubano ronda los 15 y 20 USD mensuales, que se pagan en moneda nacional.

La vendedora se acercó, amable, y explicó que se trataba de una copia que tal vez no alcanzaba la calidad del original, e inmediatamente pasó a explicarme las conveniencias. Luego detalló el trabajo de innovación que requiere la confección de estos zapatos: el uso de resortes de un material resistente, la fundición de las suelas y la resina empleada; el vulcanizado, el trabajo con cueros, lonas, tintes, otros materiales sintéticos, la elaboración de los logotipos y el excelente acabado. Además de las garantías de posventa y la posibilidad de encargar modelos y tallas al gusto del comprador, que puede ser un joven, un niño, un anciano y hasta un turista extranjero.

No se trata sólo de venta de calzado, sino de un área de varios metros cuadrados donde los artesanos se acomodan para vender desde guantes de béisbol, bolsos, cintos; hasta bastones, joyas, muebles, utensilios domésticos.

Fin de Siglo no es el único lugar donde los artesanos exponen y venden sus productos. Hay varios en la ciudad, insertados en diferentes tiendas.

Los artesanos no forman parte del mercado informal que normalmente distingue al intercambio de bienes y servicios dentro de la Isla. El propio estado los define como obreros por cuenta propia. Son creadores que pagan altísimos impuestos y operan bajo las leyes de la oferta y la demanda. No reciben apoyo estatal y constantemente son víctimas de cacerías de brujas. Progresan o desaparecen de acuerdo a cómo se comporte el pulso de la neurosis gubernamental.

Muchos artesanos toman el camino del exilio una vez que logran hacer la cantidad de dinero suficiente para costear los trámites. El gobierno los ha forzado a desplazarse de sus lugares de trabajo al aire libre, hacia locales cerrados, mal iluminados y de difícil acceso, con la intención de hacerlos desaparecer.

El uso de calzado deportivo en Cuba es una moda muy extendida, como en todas partes del mundo. A esto hay que agregar que las ya tradicionales dificultades del transporte en nuestro país hacen que la mayoría de los cubanos se vea forzada a recorrer considerables distancias a pie, lo que sumado al mal estado de  las calles, exige calzar un zapato que brinde protección, impermeabilización y al mismo tiempo resista y, sobre todo, que sea cómodo.

Por lo anterior, a pesar de los precios, que resultan astronómicos en nuestro contexto, la población no escatima en comprar zapatos deportivos.

 

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