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12 de noviembre de 2008
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La bailarina en jefe

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Al cerrar las cortinas del XXIII Festival Internacional de Ballet de La Habana culmina otro ciclo de exaltación a Alicia Martínez del Hoyo, mujer de talento excepcional para la danza, que a sus ochenta y siete años mantiene en un puño al Ballet Nacional de Cuba (BNC).

La prensa cubana señala que el BNC se fundó en 1948, cuando Alicia Martínez del Hoyo, quien adoptó en New York el apellido de su esposo (Fernando Alonso), fundó el Ballet Alicia Alonso, empresa interesada en promover la danza del siglo XIX europeo. Otro hito importante ocurre en 1950 con la creación de la Academia de Ballet Alicia Alonso, encargada de formar a un grupo de bailarines que marcaron la época.

Con el ascenso al poder de los hermanos Castro, la Alonsova, como la llamara el escritor Guillermo Cabrera Infante, devino aliada de los nuevos “dioses tropicales” y logró protección oficial para su proyecto, en detrimento de otros más liberales. De esa forma, el BNC se convirtió en abanderado persuasivo para Europa y América del gobierno cubano.

Bailarina de clase mundial, Alicia Alonso contribuyó a crear la Escuela Cubana de Ballet, forja de artistas de gloria que prestigian a la nación cubana. Su mutación y anclaje posterior en Prima Bailarina Absoluta frustró el ascenso de grandes intérpretes, como las reconocidas cuatro joyas: Loipa Araujo, Aurora Bosch, Josefina Méndez y Mirta Plá, algunas ya desaparecidas, quienes nunca llegaron al Olimpo; o partenaires como Esquivel y los Carreño, que buscaron mejores horizontes en el exterior.

La burocracia de la compañía se constituye, como en las obras que se representan, por un grupo de cortesanos que aman y desprecian a la que en secreto llaman la “momia”, imagen poco gloriosa por los  meritos de su vida artística.

Llegado el momento del retiro honroso y del paso a los jóvenes, Alicia repitió el esquema absolutista de una sociedad de caudillos, convirtiéndose en la bailarina en jefe.
El Ballet Nacional forma parte de la maquinaria de propaganda del arte del estado totalitario.  Por eso, entre otras compañías, adquiere las mejores instalaciones, los mayores recursos, se beneficia con los mejores contratos de trabajo en el exterior y recibe a los más talentosos egresados de las escuelas de arte. Las principales víctimas de su predominio son el legendario Ballet de Camagüey y el Ballet de Laura Alonso.

Propio de lo “real maravilloso” pregonado por Alejo Carpentier, nuestro Ballet Nacional sigue representando las obras de la Europa entre medieval y moderna de los siglos XVIII y XIX en el escenario de un pueblo mestizo, amante de la rumba y el guaguancó, la pelota y el ron.

 

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