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11 de noviembre de 2008
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Ni democracia ni periodismo

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Por los años treinta del siglo XIX, cuando el escritor y político liberal francés Alexis de Tocqueville visitó Estados Unidos, dijo algo que todo periodista debe conocer: “No es posible tener verdaderos periódicos sin democracia”. 

La prensa cubana, patrocinada por el régimen castrista con fines publicitarios, desde hace algún tiempo saturada de las Reflexiones de Fidel Castro, no es un ejemplo de buen periodismo, ese que se estudia en las mejores universidades del mundo, que requiere más de hechos que de opiniones, el que se salva del peor defecto del periodismo más antiguo: la falta de imparcialidad.

Tal vez por eso las Reflexiones del máximo líder, con tantos adjetivos y adverbios, sobre todo cuando trata el tema Estados Unidos y por lo general repetitivas, no son de la preferencia de las mayorías cubanas. Basta con preguntar a los vecinos del barrio para saber que sólo son leídas por sus fieles, los que componen la nomenclatura y por algunos trasnochados comunistas de abajo. 

Es cierto que su autor, el más ferviente defensor del castrismo, emplea en términos generales una redacción compuesta de oraciones y párrafos breves, que su lenguaje es directo y fácil de digerir y que omite las palabras innecesarias, algo que lamentablemente no hizo nunca en sus prolongados discursos de tantos años. Es posible que ahora cuente con un experto asesor-editor, ese segundo par de ojos obligado a mantener, por disciplina, la parcialidad política en sus textos.

En una palabra: Fidel Castro hace un periodismo de último plano, de sillón o de cama, y con el auxilio de Internet. De esta forma no puede observar a su alrededor y mucho menos escuchar las conversaciones de la gente en la calle, cómo se desarrollan sus vidas, qué opinan del socialismo y de sus Reflexiones. 

Pero lo que es peor: aquellos colegas suyos que pueden ponerse en las colas, escuchar a la gente, interrogar al bodeguero, al panadero, a las amas de casa, a los disidentes, no son capaces de escribir la realidad cubana. Intimidados por el poder gubernamental se convierten en dóciles voceros. No tienen  acceso a archivos de bibliotecas si no obtienen un permiso especial, y son muy pocos los que tienen laptop, correo electrónico y, sobre todo, acceso a Internet. 

Me pregunto qué diría hoy el escritor francés Tocqueville, quien pensaba que un gobierno de mayorías podía ser tan opresivo como un gobierno despótico, si visitara Cuba y pudiera echarle un vistazo a su prensa nacional.

 

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