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10 de noviembre de 2008
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Daños colaterales

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - La guerra sin cuartel que se desarrolla en Cuba contra el mosquito Aedes Aegipty, casa por casa y a bazucaso limpio, deja daños colaterales.

Pero como en todo escenario bélico que se respete, la  importancia de exterminar al enemigo va más allá del interés por preservar la vida, la salud y la tranquilidad de los ciudadanos. Y la Isla no puede ser una excepción, pese a que las autoridades son muy críticas de los daños colaterales ocasionados por las tropas norteamericanas en Afganistán e Irak, o por las israelíes en Palestina.

Eso sí, nunca con los ocasionados por los narcoguerrileros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en San Antonio del Caguán o Medellín, ni por el ejército ruso en Osetia del Sur..

 Por eso indigna escuchar a cientos de habaneros poner el grito en el cielo ante los permanentes rugidos de las bazucas, la noble asfixia que producen las columnas de humo, y el bullicio que forman los bazuqueros (fumigadores) mientras consumen su cuota de ron Hueso de Tigre antes de salir al campo de batalla.

Los nervios son los nervios, y para enfrentar a un enemigo tan poderoso como el Aedes Aegipty (que puede matar de una dentellada o una patá por las costillas a cualquier ciudadano), se necesitan ron, escándalo y mucho humo.

Eso de que la ciudadanía se pregunte por dónde anda el respeto, el tacto y la delicadeza, para no decir la sensibilidad cuando se afecta al prójimo, no va con los bulliciosos bazuqueros.

Un ejército tiene que ser despiadado en el campo de batalla si quiere derrotar al enemigo, y es la táctica impuesta a tiro de bazuca por los fumigadores en cualquier hogar o timbiriche del país.

Detenerse a pensar si son las seis de la mañana de un lunes o un domingo para bombardear al enemigo y armar un ruido ensordecedor seguido de una nube tóxica que tire de la cama hasta el gato de la casa, es una pérdida de tiempo.

No importa que un tal Juan tenga falta de aire y requiera aerosol a diario, ni mucho menos que un grupo de niños sean alérgicos  al humo y haya que hospitalizados, víctimas de los bazucasos que retumban en un frente de batalla de cualquier barrio habanero.

Tampoco porque el humo cause tos, fiebre y otros malestares, o les eche a perder el desayuno, el almuerzo y la comida (al menos el horario), a los vecinos de Compostela y O´Reylly, donde se encuentra uno de los cuarteles en campaña de La Habana Vieja.

Cuba es un país donde la gobernabilidad de las indisciplinas sociales es una utopía, y los daños colaterales una constante.

No es patriótico entonces descansar y tener salud cuando el país se encuentra en estado de guerra. Eso de levantarse a las diez de la mañana un sábado o un domingo rebosante de felicidad no es de revolucionarios, y menos si estamos en combate.

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