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10 de noviembre de 2008
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En Prado y Malecón   

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Un periodista extranjero acreditado en Cuba salió a dar vueltas en su auto por La Habana para recoger información sobre la situación del transporte. Quería un enfoque lo más cercano posible a la realidad. Observó los ómnibus repletos, las aglomeraciones en las paradas y los semáforos, las personas  que se acercaban a los autos para pedir botella.

En Prado y Malecón montó en su auto a un hombre de mediana edad y buen porte, que le pidió que lo adelantara.  El periodista le explicó el objetivo de su viaje. Su deseo de llevarse un testimonio real. Le pidió colaboración.

El hombre contó al periodista los esfuerzos que hacía el gobierno para mantener los nuevos ómnibus chinos y la reestructuración de las empresas de transporte, los incrementos de salario a los choferes y el pago de un por ciento en divisas como estímulo. Pero era insuficiente. Invitó al periodista a salir de la ciudad hasta el primer anillo de la autopista nacional, donde se encuentra el punto de control. Allí los inspectores estatales obligan a los choferes de los autos estatales a llevarse a las personas que se aglomeran a la orilla de la carretera y que desean viajar a otras provincias.

De regreso a La Habana, en medio de un campo solitario repleto de marabú, el hombre extrajo una cuchilla y amenazó al periodista.

-Si te bajas tranquilamente no te pasará nada.

El periodista se bajó sin oponer resistencia. El hombre se puso al timón y se marchó velozmente, dejando al comunicador sin auto, ni pasaporte, ni cámara fotográfica. Confiesa que fue un día terrible, tuvo que regresar a La Habana en botella, y luego soportar largos interrogatorios de la policía que no le creía ni una palabra.

Una semana después lo citaron para hacerle más preguntas. Sospechaban que era cómplice del robo para cobrar el seguro.

Transcurrido un mes volvieron a citarlo. Esta vez frente a la lujosa mansión donde el auto había aparecido, pero tuvo que esperar dos semanas para que los peritos trabajaran con las huellas.

Finalmente le entregaron el auto con un neumático ponchado y el cuenta millas muy por encima de cómo estaba en el momento del robo. El periodista decidió no escribir lo que le sucedió, ni el artículo sobre la situación del transporte en la isla.

 

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